Javier Ceballos Jiménez: Reseña + Entrevista: El sheriff Goodman contra Pinhead y otras espeluznantes aventuras en el lejano oeste, de Takeshi García-Ashirogi

Idioma original: Japonés (guiño)

Título original: Sherifu Gudmandu VS Pinheado, o algo así (guiño, guiño)
Traducción: Colectivo Juan de Madre (guiño, guiño, guiño)
Año de publicación: 2023
Valoración: A mí es que este tipo de cosas me gustan
Estoy eufórico. Porque encontrar un libro que parezca escrito especialmente para uno no sucede con frecuencia; y menos habitual todavía es que ese libro dé lo que se esperaba de él al tiempo que supera con creces dichas expectativas. Hoy vengo a hablaros de El sheriff  Goodman contra Pinhead y otras espeluznantes aventuras en el lejano oeste (en adelante El sheriff  Goodman…). 
La editorial Pathosformel inscribe acertadamente este ciclo cuentístico de Takeshi García-Ashirogi en el «weird» y el «western«. No me extraña: en él se mezclan ambos géneros con pasmosa eficacia. Y es que en estas páginas encontramos pueblos de frontera con sus tabernas, burdeles y minas, además de duros cowboys ataviados con sombrero y armados con pistolas. Pero también hay elementos mágicos (una zahorí, un hechicero apache o un espiritista), viajes en el tiempo, referencias a la cultura popular y épicos «cross-overs».
Personalmente, me hubiera conformado con que El sheriff Goodman… fuera simplemente un entretenido y bizarro pastiche salpimentado con sexo, escatología, gore y humor absurdo. Sin embargo, Takeshi-senpai nos ofrece más, mucho más, que eso.
En primer lugar, su prosa es superior a la de esos escritores «pulp» que emula, ya que imprime un ritmo frenético a la acción sin por ello descuidar las descripciones o abusar de los diálogos. Por otro lado, sus premisas son más originales, y sus argumentos han sido ejecutados con mayor solvencia, de lo que hubiera sido estrictamente necesario, así que gracias por tanto, Takeshi-senpai, y perdón por tan poco.

Aunque tampoco penséis que el autor intenta distanciarse de esa literatura a la que homenajea; incluso la referencia constantemente, de forma más o menos explícita, y se recrea en sus humildes pretensiones, su desparpajo narrativo o sus simpáticas ocurrencias. Por ejemplo, ya desde el título, en la obra de Takeshi-senpai se rinde homenaje a esa tradición de los autores de bolsilibros que enfrentaban a un valeroso cowboy contra cualquier monstruo gótico (vampiros, momias, hombres lobo…). Tradición que nos ha regalado joyas como la serie de Monstruos en el oeste del prolífico Curtis Garland, o el más reciente Cara de muerto: Frankenstein está de vuelta, en el salvaje oeste!, de Luis Guallar.

Pero dejad que os cuente un poco de qué trata El sheriff Goodman… (al menos lo intentaré, aunque advierto que, si no leéis el libro, jamás lograréis haceros una idea certera de su contenido). A lo largo de siete relatos, en cierto modo autoconclusivos, Philip Goodman debe enfrentar distintas amenazas: el increíble Hulk, el paso de unas sufragistas por Goldville, un Death Note primigenio, la modernización del viejo oeste (encarnada en Hollywood), Pinhead y su séquito de cenobitas o un Karl Marx y un Friedrich Nietzsche reanimados. Asimismo, su leal ayudante, Mary Austen, detiene a una secta religiosa que venera a (y folla con) los dinosaurios.
Las formas que Goodman y Austen tienen de combatir todas estas amenazas son bastante ingeniosas (al contrario de lo que sucede en otros ejemplos «pulp», esas fantasías de poder donde un hombre apuesto y musculoso rescata a la damisela de turno a base de hostias). A veces son agraciados con cierto grado de conveniencia argumental, es cierto, pero en general sus victorias se sienten merecidas, y la supervivencia de los personajes implicados satisfactoria. 
Ah, nuestro sheriff se aleja bastante de la sencillez del protagonista arquetípico de la literatura popular. Para empezar porque es una especie de hombre trans, o al menos el equivalente de uno para la época en la que se ambientan sus relatos. A eso hay que añadir que ostenta una caracterización compleja que evoluciona a lo largo de los relatos.
Como podréis imaginar, hay muchos aspectos que resaltar en El sheriff Goodman… Ya hemos hablado de su disparatada mezcla de géneros, de las descabelladas ideas que alberga y de su agradecido formato (que entrega por un lado historias autoconclusivas la mar de entretenidas y, por el otro, va desarrollando paulatinamente un mundo y unos personajes). Pero a título personal querría reivindicar también su descacharrante sentido del humor, sus abundantes dosis de sangre, ciertas escenas de muertes pintorescas y sexo extravagante o su diseño de tres cenobitas completamente nuevos.
En cuanto a los relatos, diría que todos mantienen un nivel de calidad sorprendentemente homogéneo. Aun así, creo que mis preferidos son, por funcionar al mismo tiempo como gamberradas lúdicas y viajes metafóricos, el de los dinosaurios y el de los filósofos resucitados. También me gustó bastante el de Hollywood, por su fondo psicológico.
PD: Si todavía dudáis sobre si El sheriff Goodman… puede ser de vuestro agrado, dadle un tiento a «El rostro circuncidado«, relato que se puede descargar gratuitamente y que anticipa todo lo que encontrareis en este ciclo cuentístico.
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A continuación adjuntamos un pequeño cuestionario que Takeshi-senpai ha respondido con suma amabilidad:
ULAD: Le he leído ya en múltiples registros, y debo decir que es usted un escritor muy versátil. Sin embargo, siempre acaba recalando en el terror o la ciencia ficción pulperos, el «splatter», el humor absurdo o el bizarro. ¿Qué es lo que le atrae de estos géneros? 

T.G.A.: Lo popular. Lo popular que hay en ellos. Sabe, yo me crié entre las butacas de un cine de L.A, en el que mi madre era la encargada de la limpieza. Por eso, pese a mi sangre oriental y mexicana, el cine popular de los EEUU fue el cuento de mi infancia. En realidad, y puede que suene esto extraño, para mí la cultura popular es la verdadera cultura de vanguardia.

ULAD: ¿Tenía decidido desde un inicio que El sheriff Goodman contra Pinhead y otras espeluznantes aventuras en el lejano oeste fuera un ciclo cuentístico compuesto por relatos con cierta continuidad, u originalmente imaginaba un conjunto que, aunque ordenado cronológicamente, fuera de corte episódico?
T.G.A.: En principio ni una cosa ni otra, sino que se trataba de un solo cuento en plan «splatter-western», justo el que da título al libro. Pero el personaje me conquistó de tal manera que no pude dejar de regresar a él, contando sus andanzas en el pueblo de Goldville a lo largo de su vida. 

ULAD: ¿Retomará las aventuras del sheriff Goodman algún día? Yo me leería cualquier secuela, «spin-off», adaptación gráfica o versión audiovisual que tuviera a bien regalarnos.
T.G.A.:  Jajaja. Pues la verdad es que sí que me sigue atrayendo la idea de continuar las andanzas de Goodman y su gente. Justo puede que haya un «spin-off» por ahí, para cierto proyecto que se está fraguando en la misma editorial que ha publicado la antología. Así que, tal vez, algún día regrese Goodman con el equipo completo. De momento, estoy enfrascado en la escritura de un «slasher» que se desarrolla en un viaje de jubilados; de hecho, últimamente el género «slasher» me tiene entregado.

ULAD: ¿Considera al sheriff Goodman un personaje trans? Nunca aclara si simplemente se hace pasar por hombre o si verdaderamente siente que su sexo no coincide con su género.

T.G.A.: Eso me ha comentado alguna lectora, que Goodman es trans, o rey drag o algo así. La verdad es que este es uno de esos casos en el que el personaje cobra su propia voluntad, y el escritor es un simple amanuense al servicio de aquél. Cierto que yo noté algo particular en el personaje, como su nombre auténtico o los sofocos en la cincuentena, pero si te soy sincero no llegué a concretar de dónde venían o a dónde iban esas particularidades.
ULAD: Además de enfrentar al bueno de Goodman contra Hulk, las sufragistas, un cuaderno Death Note, una secta que rinde culto a los dinosaurios, Hollywood, los cenobitas y dos filósofos de la sospecha resucitados, se menciona en un par de relatos que también combatió a una banda de atracadores que utilizaban muñecos vudú de banqueros para robar, o a ninjas llegados del Japón. ¿Cómo selecciona a tan variopintos villanos y antagonistas para él? ¿Puede revelarnos, de haberlos, otros que le quedaran en el tintero?

T.G.A.: Jajaja. Es verdad que dicho así de corrido queda una colección bien graciosa de contrincantes. La selección me llega de forma muy natural, normalmente porque estoy releyendo cómics o libros cuyos villanos me apasionan, o porque acabo de ver alguna película o serie que me inspiran el «cross-over». Quedan muchos en el tintero, de ahí que puedan llegar nuevas espeluznantes aventuras en el lejano oeste. Para un relato promocional aparecía la familia de La matanza de Texas; por ahí tengo apuntes del villano de la serie española Estoy Vivo, que vi por recomendación de mis anteriores editores españoles; un buen amigo de la infancia me dijo que sí o sí debía darle a la compañía del halcón del manga Berserk.

ULAD: ¿No le dan miedo las represalias legales que pueda ocasionar el empleao de personajes y objetos con derechos de autor (algunos superhéroes de los cómics de Marvel, el Death Note o los cenobitas y su Configuración del lamento)? Y, más arriesgado que desafiar la posesividad y avaricia de las grandes corporaciones me parece moldear a su antojo ciertos elementos de diversas franquicias. ¿Acaso no teme que los fans le linchen por ello?
T.G.A.: ¡Espero que no! Jajajaja. A los fans les diría que todo lo que ocurre en el libro no es «MCU» ni nada parecido; todo mentirijilla, y hecha desde el máximo respeto y admiración por los personajes tratados. A las corporaciones, en cambio, les recordaría que mi familia materna padeció un bombardeo atómico, y que, como estirpe,  de una experiencia así sales con muy poco que perder y muchísimo que ganar.

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