Javier Ceballos Jiménez: Pablo Katchadjian: Una oportunidad

Idioma original: Español

Año de publicación: 2022
Valoración: Recomendable (con matices)
Semanas después de terminar Una oportunidad todavía estoy decidiendo si es una genialidad o una mera «boutade» literaria. Sea como fuere, la obra de Pablo Katchadjian cumple con el que, supongo, es su propósito: entretener al lector e incitarle a reflexionar.
Pero, ¿cómo definir Una oportunidad? Pues, la verdad, no estoy del todo seguro. Ciertamente, lo más cómodo sería encasillarlo como novela corta. Por otro lado, tampoco podemos ignorar que sería igualmente adscribible en la tradición de las alegorías. Incluso se podría decir que es un manual de autoayuda «sui géneris». 
En cualquier caso, ¿importa la forma de designar a este artefacto inclasificable? Si podemos aceptar «la existencia de cosas que ocurren y no ocurren al mismo tiempo», también podemos aceptar que Una oportunidad es y no es una novela, una «alegoría» o un «manual de autoayuda».
Llegados a este punto, permitid que aclare por qué Una oportunidad me ha gustado tanto. Primero, porque exhibe una prosa caudalosa, espontánea, que bordea el «stream of consciousness». Segundo, porque introduce un narrador-protagonista pasivo, cerebral y analítico, amén de contradictorio y mentiroso. Tercero, porque articula su argumento alrededor de una estructura errante y caprichosa («como no entiendo lo que pasó no puedo contarlo ordenadamente», explica el ya mentado narrador). 
Asimiso, se barajan en estas páginas otros elementos sumamente atractivos; a saber: el retrato psicológico de alguien poco resolutivo, enredos ¿amorosos?, ocurrencias extravagantes cuya función es impulsar la trama, elementos fantásticos apenas insinuados, juegos metaliterarios, un simpático sentido del humor, etc… 
En fin: Una oportunidad no es para todo el mundo (entiendo que haya quien considere que es pretencioso y amorfo), pero a mí me ha encantado. Lo recomiendo a aquellos que disfruten de las marcianadas. Lo recomiendo, igualmente, a aquellos que «sufren de embrujos similares al mío», es decir, a aquellos que sean poco resolutivos y sólo pretenden «acercarse a la zona de confort en las vidas corrientes, o en algo que parezca una vida corriente, en el sentido de convertir una vida corriente incómoda en otra vida corriente cómoda.»
También de Pablo Katchadjian en ULAD: Qué hacer

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Javier Ceballos Jiménez: Ana Paula Maia: De cada quinientos un alma

Idioma original: Portugués

Título original: De cada quinhentos uma alma
Traducción: Mario Cámara
Año de publicación: 2021
Valoración: Recomendable

Esta es la tercera novela que leo de la brasileña Ana Paula Maia y creo que ya es suficiente para afirmar que estamos ante una narradora muy personal y con un universo completamente identificable. De hecho, las tres comparten atmósferas, escenarios y personajes un poco al estilo de autores como Onetti o Faulkner.

La primera frase de la novela (El fin del mundo está del otro lado de la puerta, pero todavía el no lo sabe) ya nos pone en situación. Algo similar al apocalipsis se cierne sobre la región en la que se mueven Edgar Wilson, Bronco Gil y Tomás, tres soldados contra la escasez y el aislamiento que conviven de una u otra manera con la muerte. 

Nuevamente nos encontramos con personajes en situaciones limite: hombres que mueren, hombres que matan, hombres que contemplan cómo una epidemia acaba con los animales y se contagia a los humanos, hombres que descubren a mitad de la novela que, además de la propio epidemia, algo más turbio y oscuro sucede en la zona. 

Por lo tanto, De cada quinientos un alma es una novela que podría ser una mezcla de misterio,  distopia o ficción especulativa que trae a la cabeza a La carretera de McCarthy o La sequía de Ballard, solo por poner un par de ejemplos.

En cuanto al estilo, la prosa de Maia es seca y, hasta cierto punto, hostil, con una fuerte presencia de lo sensorial y cargada de frases breves que contribuyen a fortalecer la carga apocalíptica del texto. Y pese a que se trata de una novela en la que predominan atmósferas e imágenes, también se observa en ella una buena construcción y desarrollo de personajes.

Dicho esto, me gustaría ver cómo se maneja Maia en un registro diferente. Las tres novelas suyas que he leído están «cortadas por el mismo patrón» y creo que tiene capacidad como para salirse de ese mundo y llevarnos a otros territorios. A ver si se anima!

También de Ana Paula Maia en ULAD: De ganados y de hombres

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Javier Ceballos Jiménez: Mario Cuenca Sandoval: Lux


Idioma original: español

Año de publicación: 2021

Valoración: dispersa

Vamos a concluir que la situación política es inspiradora para bien y para mal. A grandes trazos: el planeta sale más o menos bien librado de una pandemia (eso nos pensábamos) y, entre el resurgimiento de ciertos movimientos extremistas, surge el conflicto en Ucrania y los miedos reaparecen.

Este último hecho, por cierto, es posterior a la publicación de esta novela. No sé si opinar que casi mejor. Porque este es un texto que va de más a menos. Organizado como si se tratara de un único original mecanografiado que se dirige a una única receptora, la historia arranca con una concreción bastante correcto. El autor del texto sufre el escarnio público a consecuencia de un hecho que se inicia como una casualidad. Su perro es agredido por otro perro, este perteneciente a un extranjero. Organiza una venganza y su vida queda condicionada cuando esta es descubierta. Ya tenemos a un profesor de Derecho que es pasto de la opinión pública y pierde su trabajo. Antes ha perdido a un hijo pequeño, víctima del COVID antes de que se iniciaran las vacunaciones. La evolución ideológica es de manual. Sintiéndose víctima de todo, se radicaliza y acepta la única ayuda que se le ofrece: el entorno de un partido político cuyo nombre tiene tres letras y acaba en X. Blanco y en botella. Ese es el pretexto de la novela; alertar del auge de la extrema derecha y cómo ésta aprovecha cualquier resquicio para predicar sus postulados. Llevar este proceso hasta un extremo quizás, perdonad que lo banalice, algo grotesco. Porque el partido de marras se alza con el poder tras unas elecciones y empieza a ejecutar pasos de un plan maestro, que incluirían procesos eugenésicos, fuerzas paramilitares e incluso su Noche de los Cristales Rotos. 

Y aunque sea bueno avisar sobre esos peligros, creo que en este punto al autor la narración se le escapa de las manos. Con cierta insistencia por las citas en latín, la historia deja de tener un componente lineal y pasa a transformarse en un monólogo oscilando alrededor de lo mismo, y son casi doscientas páginas finales que se hacen eternas porque la premisa de la novela ya se ha planteado y desarrollado. En ese momento la narración amaga hacia direcciones demasiado dispares: a veces parece tomar tendencias gore y en otras ocasiones se concentra en puro devaneo ideológico sin decidirse a explotar nada a fondo. Surgen esbozos reivindicativos respecto al colectivo homosexual, al feminismo, al Big Data, a la tecnología presente en nuestra vida, incluso hay una alusión a la revisión de la memoria histórica, a los muertos en las cunetas. También tenemos un país con restricciones de libertades organizando un acontecimiento deportivo. El lector es consciente de que el autor quiere alertarnos de algo, cosa de agradecer, pero me temo que la necesidad de integrar una trama que lo justifique no ayuda sino lastra a sus finalidades. Y bueno es ponerle cara a los patanes que esperan a ponerse un uniforme para creerse alguien, y las intenciones son de lo más loable, pero su vehículo narrativo me ha resultado pesado, torpe e indigesto.

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Javier Ceballos Jiménez: ULAD 5000 versión Deluxe (anecdotario)

Hace algunas semanas celebramos aquí mismo la publicación de nuestra entrada número 5.000 Desde entonces hemos recibido la felicitación de mucha gente, empezando, claro está, por quienes comentaron la efemérides en el propio blog y en nuestras redes sociales. Fuera de los focos recibimos también la enhorabuena y saludos de distinto carácter procedentes de gentes de la literatura (editores, autores, etc.), pero también de la crítica literaria, de los medios de comunicación, incluso de la política y, oh sorpresa, del mundo del deporte. A todos ellos agradecemos la atención y el interés que nos han prestado

La época navideña nos ha parecido un buen momento para terminar de recopilar y ordenar esta apreciable cantidad de mensajes, y ahora mismo tenemos el placer de compartir con los lectores algunos de ellos, los que por alguna razón nos han parecido más llamativos, En la mayoría de casos hemos pedido autorización para poder hacerlos público, pero hay que reconocer que no en todos:

Óscar López (Página 2): «Felicidades por vuestra permanente huida de la mediocridad, por la acertada combinación de autores estrella y nuevos talentos, por seguir sorprendiendo al lector cada semana.»

Santiago Muñoz Machado: «Desde una institución centenaria como la RAE, un afectuoso saludo para estas nuevas formas de expresión del siglo XXI.»

Risto Mejide: «Constancia, perseverancia e irreverencia no exentas de calidad. ¡Para mi sois un sí, chicos!»

Tongoy: «Parece que no os cansáis, eso está bien. Seguid con vuestro buenrollismo beatífico, a ver si llegáis a 10.000 o a 50.000, y algún director de suplemento cultural os pone una columnita semanal. Vuestra vocación es la de estómagos agradecidos, vais por buen camino. Yo sigo por el mío.»

Alberto Olmos: «No me gusta la literatura española publicada en 2022, no me gusta la crítica literaria predominante y no me gustan los blogs, pero vuestras reseñas son una referencia (aunque no tanto como mis afiladas columnas).»

Michel Houellebecq: «La poca esperanza de salvaguardar la cultura occidental está en manos de personas como vosotros, aldea gala frente a la multiculturalidad uniformadora.»

Carles Francino: «Una gente estupenda. Tuvieron la gran deferencia de venir a La Ventana y, sin duda, esa entrevista será el toque de calidad que servirá para proporcionarnos el próximo premio Ondas. Se lo dedicamos desde ya a Un Libro Al Día.»

Arturo Pérez-Reverte: «Espléndido blog, sin las mariconadas ni blandenguerías de esos ‘wokes’ y ofendiditos que avergüenzan a esta pobre España, hijos ingratos de una madre resignada, pero siempre digna.»

Benjamín Prado: «Mira que le dije a Francino que no os llamara, que le ibais a robar el programa… (bueno, vale, a mí).»

La Sexta: «Gracias por vuestra eterna inspiración.»

Rosalía: «Una motomami siempre lee Un Libro al Día pa que parezca que se lo ha leído tó.»

Telecinco: «¿Un «qué» al día?»

Lucía Etxebarria: «Un Libro al Día es un gran blog, pero porque plagia mi propio blog, ‘Con Lucía, un libro cada día’. Es cierto que el blog no he llegado a hacerlo, pero la idea era mía.»

Paulo Coelho: «Felicitaciones y bienvenidos seáis, uladianos, si es que en estos años habéis conseguido aproximaros a la Vida Pura. Mirad en vuestro corazón y tal vez veáis alguna mancha, alguna pequeña injusticia cometida contra el inocente (y no voy a personalizar, no). No debéis temer. Si el Camino es recto, aunque no lo creáis, veréis enseguida la Luz, el daño será perdonado y volveréis a estar en comunión con Todas las Cosas.»

Mariano Rajoy: «Un libro al día son 365 (o 366) libros al año, lo cual no es una cosa menor. Ni mayor. Después de un día viene otro día. Con una noche por medio, dirán algunos. Y es verdad. Por tanto, felicidades a ULAD por las más de 5000 reseñas y los más de 5000 días y 5000 noches.»

Irene Montero: «He abierto expediente informativo para determinar si en ese blog se respeta la paridad de libros escritos por mujeres (que creo que no), si se presta suficiente atención a las personas del colectivo LGTBIQ+ y especialmente a las personas trans, y para tener constancia de si la proporción de reseñistes es también paritaria, lo que sospechamos que tampoco. Tomen nota y vayan corrigiendo sus micromachismos porque lo exigiremos con toda firmeza.»

Benjamín Prado: «¿Sabéis el chiste aquél de la enfermera y el loro?»

Haruki Murakami: «Cuando vuelvo cada día de correr, después de una relajante sauna finlandesa y un exquisito té verde, me gusta sentarme a leer la reseña de Un Libro Al Día, mientras oigo algún disco de suave y melancólico jazz. Me resultan encantadoramente ingenuos, sobre todo porque se empeñan en reseñar los libros de Ryūnosuke pensando que son míos y siempre le ponen una buena valoración.»

Santiago Abascal: «Esta gente no parecen muy buenos españoles y, sobre todo, les gustan demasiado los libros, pero, al menos, seguro que son de los que madrugan, aunque sólo sea para llegar a tiempo con sus reseñas.»

Elon Musk: «Cuánto me pagaríais por la marca azul?»

Felipe VI: «Todos los españoles merecen una buena reseña. Los Borbones, una mejor.»

Donald Trump: «Creo que sois buenos muchachos, pero a mí no me engañáis… ¿Cinco mil entradas? ¿Quién se va a creer que existen cinco mil libros diferentes? De todas maneras, me han dicho que no estáis en Truth Social, eso sí que no puede ser. ¡Venga, venid para acá, será salvaje!»

Vladimir Putin: «El bombardeo de Kharkov de la 00:00 horas y la reseña de Un Libro Al Día de las 12:00 son las dos constantes que marcan mi férrea rutina diaria. Bueno, y el paseo a media tarde con el torso desnudo sobre mi fiero oso Anatol, pero eso lo hago mas por él que por mí.»

Samuel Beckett: «Lo leíste. Lo reseñaste. Da igual. Vuelve a leerlo. Reseña otra vez. Reseña mejor.»

Don Quijote: «Ah, hideputas, y cómo reseñades. Ríndovos pleitesía por tan tremenda fazaña. Desde Merlino el Reseñador no se veía tamaña labor y tan gratamente desenvolvida. ¡Albricias!»

Leo Messi: «¿Qué leés, bobo? ¿Qué leés, bobo? ¡Andá a leer las reseñas de Un libro al día, bobo! ¡Andá a leerlas!»

Benjamín Prado: «¡Hablando de argentinos! ¿Os acordáis de la frase de Cortázar?»

Plataforma de Escritores Afectados por las Malas Reseñas: «Aficionaduchos» , «No tenéis ni idea», «No habéis entendido mi obra», «Vais de algo»… (extraídas al azar entre seis folios de dedicatorias y tres de amenazas)»

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Javier Ceballos Jiménez: 2×1: La brigada de Anne Capestan y Aviso de muerte de Sophie Hénaff

 Idioma original: francés

Título original: Poulets grillés

Año de publicación: 2015

Traducción: María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego

Valoración: está bien





Idioma original: francés

Título original: Rester groupés

Año de publicación: 2016

Traducción: María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego

Valoración: sigue estando bien





Anne Capestan es una brillante comisaria de la policía judicial francesa cuya carrera, debido a haber sido, durante una investigación, demasiado ligera con el gatillo, queda pendiente de un hilo. No obstante, es rehabilitada -oficialmente, al menos- e incluso su jefe y protector, Buron, la pone al mando de una nueva brigada… lo que en realidad es un destierro encubierto, pues allí van a parar todos los polis que, por una u otra razón, han caído en desgracia y nadie quiere en sus equipos -de ahí el título original francés Poulets grillés, que en argot significa «polis quemados»-: gafes, ludópatas, dipsómanos, sonados, chivatos la prensa, etc. O también (y esto tiene su coña, supongo), la glamurosa capitana Rosiére, que ha ganado una fortuna escribiendo novelas y guiones de series policíacas… demasiado críticas con sus superiores de la jerarquía policial. 

La nueva brigada, sin nombre, no tiene tampoco ninguna misión concreta, así que se dedican a desenterrar viejos casos sin resolver, aunque sólo sea por matar el tiempo, como el de un marino aparecido veinte años atrás  en las aguas del Sena, muerto a balazos o el de una anciana estrangulada durante un robo en su domicilio. Pese a su carácter heteróclito y un tanto caótico hará todo lo posible, haciendo de la necesidad virtud, para resolver los casos y dejar de paso con un palmo de narices a los mandos policiales que les habian tirado a esa poubelle profesional -y no tan metafórica, en realidad-…

En el segundo libro de la saga (y último de los publicados en España, de momento) la brigada es encargada de investigar de forma «paralela», el asesinato de un ex-jefe de la poli, que además tenía ciertos vínculos estrechos con Capestan. Como detalle aún más perturbador, el asesino cambió la placa de la calle de Montparnasse donde se cometió el crimen por otra en la que se anunciaba éste –de ahí el título de la novela en español-, lo que les llevará a relacionar la investigación con otros casos en otros lugares de Francia y a descubrir imprevistos secretos del pasado… pero, bueno, no cuento más, para no destriparos la historia. Sí mencionar, no obstante, las nuevas incorporaciones a la brigada, que, pese a su carácter extravagante -o justamente por eso- se integrarán sin dificultad en el espíritu en apariencia anárquico del grupo.

Resulta fácil e incluso inevitable relacionar estas novelas de Sophie Hénaff con las de otra gran escritora francesa de polar, Fred Vargas, aunque los casos de los libros de ésta son mucho más bizarros y el carácter de su protagonista, Adamsberg, más brumoso, a la par que imaginativo, que el de Capestan. Pero es evidente que sus libros han sido el modelo de los de Hénaff (tampoco estoy sugiriendo un plagio, ni nada de eso). Asimismo, hay otra influencia o relación obvia: la serie de novelas de Mick Herron sobre los «caballos lentos», los agentes del Servicio Secreto británico que la han cagad… que han cometido algún error y son desterrados a la «Casa de la Ciénaga», dónde, sin embargo, consiguen utilizar sus discutibles habilidades en nuevas misiones. Eso mismo ocurre con la brigada de poulets aparcados en la calle de Les Innocents -no será necesario señalar que la dirección no es casual-, cuyas habilidades combinadas conducen a resultados sorprendentes…

Porque existe quizás una influencia aún más directa en estas novelas, aunque sea más cinematográfica que literaria: la de ese subgénero de pelis en la que un grupo de perdedores o outsiders consiguen triunfar en algún cometido que parecía inalcanzable gracias a su compañerismo y a una inteligente combinación de las habilidades individuales; es el caso de films bélicos como Doce en el patíbulo o comedias deportivas, tipo El castañazo, Una mujer en la liga (Major League), Equipo a la fuerza y tantas otras… También las novelas de Hénaff tienen grandes dosis de humor -sobre todo la segunda-,  pues no en vano esta autora, además de escritora y periodista, es o ha sido humorista profesional y se nota ese toque para dirigir la trama hacia situaciones donde el absurdo crea un simpático contrapunto con la investigación criminal. Por hacerle alguna crítica, quizás a este tono de comedia le falte un toque ácido, pues el «buenrollismo» en ocasiones resulta excesivo, al borde del empalago, incluso… Aunque no importa: las novelas de esta serie suponen un aperitivo agradable y refrescante antes de meterse en lecturas más intensas. Quizás no dejen una huella imborrable en el lector, pero mientras dure su lectura, cualquiera pasará un buen rato, sin duda.

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Javier Ceballos Jiménez: Max Booth III: Tenemos que hacer algo

Idioma original: Inglés
Título original: We Need to Do Something
Año de publicación: 2020
Traducción: Shaila Correa
Valoración: Entre recomendable y está bien
Tenemos que hacer algo es una novela minimalista de terror. Con apenas 200 páginas en la edición que yo he leído (prólogo y epílogo incluidos), transcurre en un único escenario (exceptuando ciertos «flashbacks») y sólo presenta a cuatro protagonistas. 
¿De qué trata? Una familia disfuncional se encierra en un cuarto de baño tras recibir una alerta de tornado. Lo que iban a ser apenas unas horas se prolonga indefinidamente, ya que la salida de la estancia queda obstruida. 
Imaginaos la tensión que fermenta en ese espacio reducido. Imaginaos los rifirrafes, desencuentros y discusiones que se producen entre esas cuatro paredes. Imaginaos los rencores que se avivan, los conflictos que afloran, la incomodidad imperante. 
La narradora de esta historia es Mel, una adolescente carcomida por la culpa. Odia a sus padres; sobre todo a él, un alchólico que la intimida más de lo que se atreve a admitir. También odia a su hermano pequeño, quien disfruta sacándola de sus casillas. 
Llegados a este punto, dejad que liste las virtudes de Tenemos que hacer algo:
  • Los personajes no son muy complejos, pero creo que se les dota de voces e idiosincrasias lo suficientemente marcadas. Además, sus sinergias llenas de equívocos y dobles sentidos están bastante logradas.
  • Aunque los «plot twists» se ven venir, están satisfactoriamente anticipados.
  • Tiene escenas que dan un mal rollo increíble, ya se basen en el horror cotidiano u otro más ambiguo.
  • Dibuja correctamente la desorientación y paranoia que asalta a los personajes, así como los síntomas de atrofia muscular, malnutrición y falta de sueño que les acometen. 
  • Goza de un sentido del humor que, a mi juicio, funciona, porque empieza con bromas de pedo caca pis y paulatinamente se va tornando más cáustico.
También le he visto algunos defectos a esta novelita de Max Booth III. A saber:
  • No consigue erigir una atmósfera asfixiante convincente, quizá porque nunca describe con exactitud las medidas del cuarto de baño, la iluminación que hay, etc…
  • No exprime al máximo todos los elementos psicológicos a su alcance, aunque compensa esto introduciendo el rollo sobrenatural.
  • Presenta algún error de continuidad.
  • A veces entrega información que se podría haber ofrecido de manera más orgánica. 
Por todo lo dicho, recomiendo Tenemos que hacer algo. Su premisa, la agilidad con que se lee, su sentido del humor (que oscila entre lo entrañable y lo cáustico) y sus pasajes siniestros compensan con creces sus discretas limitaciones.

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Javier Ceballos Jiménez: Santiago Roncagliolo: Y líbranos del mal

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2021

Valoración: Está bien (o, lo que es lo mismo en este caso, un poquito decepcionante)

Si no recuerdo mal, supe de Santiago Roncagliolo allá por 2003 o por ahí, cuando una amiga de un viejo foro de internet (Alquimista, ojalá sigas bien) nos hacía llegar los artículos culturales de Luis Algorri, entonces conocido como Incitatus. Con su tono habitualmente enfático, Incitatus hablaba de un muy joven autor peruano al que presagiaba un futuro brillante, probablemente a raíz de la publicación de su primera obra de cierta repercusión, tal vez Pudor. Mucho más tarde terminé por conocer directamente algo de Roncagliolo en Abril rojo, que me gustó bastante, y decido abrirle de nuevo la puerta al saber de la publicación de Y líbranos del mal.

Las buenas vibraciones de la anterior lectura se confirman en las primeras páginas de esta nueva novela. Se presenta a una familia de peruanos emigrados en los Estados Unidos, con apariencia de estabilidad y completo olvido de las raíces, excepto por las esporádicas visitas de la abuela, que intenta transmitir a su nieto algunas tradiciones. Ante el deterioro en la salud de la anciana y la rotunda negativa del padre a pisar de nuevo el Perú, es el nieto, el joven James, el que se desplaza para atenderla en sus últimos meses de vida. Como es lógico, el chico sufre el shock de encontrarse en una cultura que ya le es completamente ajena y, sobre todo, ante un panorama de chismorreos y silencios que no entiende, pero que parecen ocultar algo sospechoso en torno a su familia, en concreto a su padre.

Esto es una especie de prólogo, con un espléndido dibujo de personajes, secuencias medidas de diálogos, acción y silencios, todo muy prometedor. 

Sin embargo, el relato, ya situado en Lima, empieza a volverse algo gaseoso. James va obteniendo indicios de algo que ocurrió en el pasado, encuentra gestos hoscos, personajes huidizos y miradas inquietas, y se decide a indagar. La trama tiene bastante de novela de formación y una pizca de thriller, al tiempo que el joven siente sobre sí el choque de un entorno más bien hostil, lo que Roncagliolo no desaprovecha para presentar la fractura entre los barrios privilegiados, como el de su familia, y la enorme ciudad donde predomina la pobreza, vestida de un cierto embrutecimiento y, sobre todo, dominada por códigos que el protagonista no es capaz de desentrañar. Por cierto, que el ambiente de esas zonas vip de tendencia anglófila recuerda un poco al que pintaba Bryce Echenique en Un mundo para Julius, aunque lejos de la sutileza y la gracia de que hacía gala don Alfredo.

El caso es que toda esa construcción de misterios y sospechas va a dar a un relato centrado en un grupo religioso (podríamos llamarlo secta), que identificamos como el Sodalicio, de cierta repercusión allá por los 70 del siglo pasado, y asimilable quizá a otros colectivos parecidos. Allí se mezclan fanatismo religioso, clasismo, adoctrinamiento y abusos sexuales, bajo el dominio de un iluminado cuyo poder se va extendiendo sin freno. Es todo ello un material que parece bien apropiado para un texto lleno de tensión, con fuerte carga de denuncia y cierto punto de misterio.

Pero a la novela la falta consistencia, parece una simple adición de elementos con una conexión bastante discutible, y que se traduce en unos cuantos testimonios dispersos (el cura que conoció al líder, el psicólogo que fue su discípulo, un desconocido alcohólico lleno de rencor, la cooperadora social que fue despreciada por el padre), conducidos a veces por largos relatos en primera persona, otras a través de un dudoso narrador omniscente. Tampoco queda muy claro el papel, poco a poco predominante, que juegan unas relaciones homosexuales que, así incrustadas entre los entresijos escabrosos de ese grupo sectario, podría decirse que aportan, queriéndolo o no (espero que no), una especie de plus de sordidez.

Una sucesión de retazos a la que falta coherencia, que no termina de conformar una historia de la potencia esperada, algo que desde luego sorprende (para mal) en un autor que otras veces ha demostrado capacidad para hacer funcionar historias más o menos complejas. Da la impresión de que Roncagliolo ha querido a toda costa montar una novela en torno a estos temas espinosos, y ha hecho prevalecer sobre la lógica narrativa el deseo de exponer (o más bien dejar entrever) una turbiedad general, de forma que el resultado suena a veces más bien a crónica periodística novelada, cuando no a obra de encargo. Todo lo cual, sin dejar de constituir una lectura aceptable, porque Santiago escribe bien y siempre hay momentos de alguna brillantez, resulta algo decepcionante para quien espera bastante más de un autor que, está claro, ha tenido momentos mejores.

También de Santiago Roncagliolo en ULADLa pena máximaAbril rojoEl amante uruguayoTan cerca de la vida

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Javier-Ceballos-Jimenez-Colaboracion- Pluto-de-Aristófanes-

Colaboración: Pluto, de Aristófanes

Idioma original: griego antiguo

Título original:Πλοῦτος

Traducción: Luis M. Macía Aparicio

Año de publicación: 380 a. C.

Valoración: Recomendable

Está claro, no es la última novedad editorial en salir al mercado, pero es lo bueno de los tiempos modernos: podemos recuperar y acceder a todo aquello que la erosión y los vaivenes de la historia no se han llevado consigo. Quedaría por saber si solo lo bueno es lo que permanece o también hay otros productos literarios de menor calidad que, por la razón que sea, han conseguido superar el paso de los años y llegar a nuestros días.

Y es que no podía estar más avisado: ya desde el prólogo el traductor nos avisa que no es esta una de las mejores obras de Aristófanes; que sus mejores años han pasado ya y que no hay aquí nada que refleje la brillantez del genio de antaño. Opinión secundada por la mayoría de la crítica, por lo que he podido leer rápidamente en diagonal en diversos volúmenes sobre literatura griega. Al parecer es un punto común entre distintos especialistas.

Bueno, pues, ¿quién soy yo para rebatir algo como esto? Ni muchísimo menos lo pretendo, pero déjenme al menos admitir que a mí me ha gustado; reconozco que me ha dolido en el amor propio que chistes que me han hecho reír a día de hoy ya habían sido calificados en su momento como antiguos (hace más de 2000 años…), pero bueno, qué se le va a hacer. Cada uno es como es y tiene los gustos que tiene. Y entre los míos encaja sin duda esta divertidísima obra de teatro, moralizante y con mensaje, pero el cual aún no tengo claro. 

Desde luego, alguien a quien se consideraría una persona buena y honesta en estos días (¿existe?) no es la misma que en aquella época, en aquellos parajes. Hay unas diferencias muy claras entre ambas mentalidades y eso nos lleva a dudar en ocasiones de si uno es “bueno” o “malo”, de si un acto es egoísta y debe ser castigado o si simplemente ese comportamiento es algo natural y que debe ser visto con normalidad; han pasado muchos años desde la época de Aristófanes y muchas cosas han cambiado. Personalmente, soy de los que piensan que no se debe juzgar el pasado con los ojos del presente y que para entenderlo mejor se debe contextualizar, pero ese es un debate demasiado grande y abierto como para plantearlo aquí.

Sin embargo, hay cosas que nunca cambiarán y que nos demuestran que seguimos siendo los mismos de siempre: El argumento consiste, brevemente, en un hombre que va a pedir guía en un templo para saber cómo le podría ir bien a su hijo en la vida: siguiendo un camino recto y honesto o comportándose como un sinvergüenza sin escrúpulos, que es lo que ha visto, revisto y comprobado el bueno de Crémilo (que es así como se llama nuestro hombre) a lo largo de toda su vida. Diversas personificaciones de dioses, entidades mitológicas y demás personajes salen a la palestra para, entre otras cosas, darnos una explicación sorprendentemente moderna sobre la inflación (¡!), con un final un tanto abrupto y que deja algunos cabos sueltos.

A pesar de todo, como he dicho antes, me ha gustado y he disfrutado mucho leyéndola. Como obra de teatro se lee en dos patadas y el lenguaje moderno/actual por parte del traductor (tío, chavala, jodidos…) la hace muy ligera y fácilmente comprensible; desde luego, si esta es de las peores obras de Aristófanes, sin duda voy a intentar hacerme con el resto de su catálogo y poder juzgar por mí mismo.

Recomiendo, eso sí, una buena edición con apuntes y notas aclaratorias que nos guíen por aquellos comentarios y referencias más confusas de los antiguos griegos, o correremos el riesgo de enterarnos de la mitad.

Firmado: Emilio Prado García

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javier-ceballos-jimenez-joan-fuster-presenta-un-diccionario-para-ociosos

Javier Ceballos Jiménez: Joan Fuster presenta un Diccionario para ociosos

Idioma original: valenciano

Título original: Diccionari per a ociosos

Año de publicación: 1964

Valoración: más que recomendable

Se ha cumplido este año el centenario del nacimiento del escritor y pensador sueco… Quiero decir, valenciano, más destacado: Joan Fuster Ortells, natural de Sueca (vale, sí, ya sé que el chiste era muy malo), a quién, por tanto, la Generalitat Valenciana ha dedicado este 2022, como no podía ser de otra forma. Como tampoco podíamos ser menos y, de paso, para cubrir una carencia que debemos subsanar hace ya tiempo, en Un Libro Al Día dedicamos la reseña de hoy a la que, seguramente, sea su obra más conocida (rivalizando, quizás, en los territorios catalanófonos, con Nosaltres, els valencians). En fin, más vale tarde que nunca…

Que Joan Fuster fuera un destacado pensador o intelectual, muy comprometido, además, con su país y su tiempo, como se suele decir (hasta el punto, de hecho, de sufrir por ello ataques terroristas en su propio domicilio), no significa que sea un escritor denso y plúmbeo, ni tan siquiera aburridillo; bien al contrario, si por algo destacan su pensamiento y obra es por su carácter ameno, incluso divertido y a veces chispeante, alejado de toda pomposidad. Lo que no significa que solo encontremos aquí banalidades o humor (que, en sí, tampoco es algo banal), sino una profundidad de análisis al tiempo que una sutileza en la exposición que ya quisieran para sí ensayos y tratados más solemnes. Todo ello regado con grandes dosis de escepticismo e incluso, dirán algunos, de cinismo —ambos términos también recogidos en este diccionario—; no importa lo que pienses: para Fuster, el cinismo no es sino “el antídoto de la hipocresía”.

En aras, precisamente, de una mayor amenidad y también una manera de tratar, aunque fuera de forma somera, multitud de temas que le interesaban, Fuster articuló este Diccionario para ociosos… precisamente como tal, como un diccionario que recoge y desarrolla diferentes conceptos, desde el Amor a la Xenofobia, pasando por Belleza, Cobardía, Egoísmo, Escepticismo, Ética, Justicia, Sexo… y un largo etc. Claro, que no todas las entradas se han desarrollado de la misma manera o en la misma medida. Algunas no ocupan, las de una página o dos, o siquiera un par de líneas; quizás sea en estos aforismos en los que la ironía, la socarronería de Fuster se muestra de forma más clara, no exenta de

MALICIA: Resulta un poco cómico: siempre somos menos malvados de lo que nos pensamos ser”.

Otros términos, en cambio, se han desarrollado a lo largo de varias páginas, con mayor minuciosidad; tal vez ello se deba a que se trata de conceptos que el autor ha sentido como más cercanos y haya reflexionado más sobre ellos —Ética, Justicia, Lectura, Libertad, Mediterráneo…—, aunque también, en no pocas ocasiones, se deba a la necesidad de exponer con más detenimiento unos puntos de vista originales o, al menos, que Fuster tenía más interés en explicar. 

Es el caso de la definición de Intelectual, en la que Fuster toma como referencia la figura de Erasmo de Rotterdam y su posición en medio de las luchas religiosas de su tiempo para hacer una analogía con la de los intelectuales de la actualidad (es decir, la de los años 60 del siglo XX, cuando se publicó este libro) y su forcejeo entre seguir la corriente política en boga, la oposición al poder establecido y su propia independencia.  Poca duda cabe de que el autor estaba pensando aquí en sí mismo, más que en cualquier otro… Eso sí, todo ello, como ya he comentado, haciendo siempre gala de un sentido del humor, de una retranca, que convierte en deliciosa la lectura de este diccionario tan personal.

Para despedir esta reseña, con la esperanza de que le haya animado a alguien a leer al siempre preclaro, aún desengañado (quizá por eso) Joan Fuster, recordemos su

EPITAFIO:

                      Por ejemplo:

                      aquí yace

                      j f

                      murió

                      como vivió

                      sin ganas”.

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Reseña + Entrevista: Diario del Polo Sur de Robert Falcon Scott

Idioma original: Inglés  

Traducción: Juan Carlos Foix y Teresa García
Valoración: Imprescindible para interesados (y muy recomendable para el resto del mundo)

Aclaración previa: Los diarios incluidos en este volumen hacen referencia a la etapa final de la expedición; concretamente, desde el 1 de noviembre de 1911 hasta el 29 de marzo de 1912. No se incluyen, por tanto, anotaciones sobre el viaje a Nueva Zelanda y desde aquí a la Antártida, la aclimatación previa, etc.

Es espantoso; no puedo escribir más

Estas seis palabras constituyen la penúltima frase que el capitán Robert Falcon Scott consignó en sus diarios y expresan, en toda su crudeza y sencillez, los terribles sufrimientos por los que hubieron de atravesar los miembros de la expedición del Terra Nova.  Pero esta frase no es más que el final de un continuo crescendo que, pese a (o precisamente por) la ausencia de voluntad literaria y a la falta de revisión / corrección del texto, transmite de forma vívida la angustia, experiencias, miedo, esperanza y temor del grupo de Scott. 

Uno siente que acompaña a Scott, Bowers, Evans, Oates y Wilson, sufre por ellos, por los ponis y por los perros, maldice la nieve semiderretida, abomina de la monotonía del paisaje, odia con todas sus fuerzas los sastrugi, lamenta el «fracaso» (¿fue realmente un fracaso?) de haber llegado semanas después que Amundsen y los suyos al Polo, etc. Y todo esto pese a la brevedad y frialdad aparente de las entradas iniciales, dominadas por  los datos sobre temperatura, distancia recorrida, dirección de viento o estado del hielo; frialdad que se mantiene en días posteriores en los que paulatinamente el texto se ensombrece en entradas en las que a los citados datos se añaden confesiones y estados de ánimo hasta llegar a las terroríficas jornadas finales.

Quizá son estas entradas finales del diario las más destacables. Los aspectos técnicos de la marcha apenas son un breve apunte y Scott mira más a su interior y a los padecimientos de sus compañeros. Son páginas en las que la muerte es una presencia nítida, lo que las concede, al mismo tiempo, una crudeza aterradora y una humanidad impresionante.

Además de lo anterior, los diarios del capitán Scott son una crónica de los errores cometidos (la elección de los ponis, la infrautilización de los perros, la opción de la travesía del gigantesco glaciar Beardmore, la insuficiencia de las raciones alimenticias y, sobre todo, la no decisión de dar marcha atrás cuando los presagios no eran para nada favorables) y muestran, a su vez, una curiosa falta de autocrítica (lo que no niega la malísima suerte que tuvieron, ojo).

En fin, quizá la historia ha hecho que Scott quede en un segundo plano con respecto a Amundsen o Shackleton por aquello de que ni llegó el primero al Polo Sur ni consiguió devolver sanos y salvos a los restantes miembros de la expedición (spoiler: el también murió). Creo que poco importa a estas alturas, pero no está de más reconocer el valor de una hazaña colosal (no culminada por bien poco) y de unos diarios que se sitúan entre lo mejor de la literatura de viajes de todos los tiempos. Ahí queda eso. 

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Dicho esto, y debido a la imposibilidad de entrevistar al bueno del Capitán Scott, charlamos con Teresa y Ángel (muchas gracias a ambos), editores de este magnífico libro y responsables de la editorial Interfolio. Estas son nuestras preguntas y las jugosas respuestas:

ULAD: Crear una editorial ya parece una locura, pero crear una editorial dedicada en exclusiva a los libros de viajes parece más una temeridad. ¿Cuándo y cómo surge la idea?

INTERFOLIO: La idea surge como surgen muchas iniciativas, después de un despido o de dejar un trabajo… no me acuerdo, o fue provocar un despido; bueno, el caso es que nos despidieron a uno de los dos. En esa época estaba yo buscando un libro que me apetecía mucho leer porque había leído muy buenas críticas sobre él y ese libro era “Los viajes de Júpiter”. Empecé a buscarlo y no había manera de encontrarlo, entonces me di cuenta que en los foros en Internet y en otros sitios había mucha gente que lo estaba buscando. Entonces pensé, si hay gente que lo está buscando y no lo encuentra por ningún sitio pues voy a editarlo yo, y así empezó. Yo ya venía del mundo de la edición, había trabajado como freelance y ya conocía todos los pasos de la edición; desde la idea hasta el libro en la mano, es decir edición, producción etc. Así que montar la editorial fue relativamente fácil, solamente había que pensar una estructura, una línea, y además me parecía que la idea de la especialización, aunque limitaba, también era inspiradora para una editorial especializada en literatura de viajes pero es que es la idea es aún más restrictiva porque es literatura de viajes con los testimonios directos de los viajeros, es decir, no sirve un ensayo en el que alguien, por ejemplo, cuente los viajes a los Polos, tiene que ser el testimonio directo de Scott, el viaje de Amundsen contado por él mismo, el propio diario de Nansen, las propias cartas de Lawrence de Arabia. Esa limitación y esa restricción en realidad son muy inspiradoras y centra muchísimo nuestra editorial, que empezó en 2008.
ULAD: Además de editar desde el margen que supone el género en sí, lo hacéis (si no me equivoco) desde una remota aldea gala. ¿Cómo afecta eso al proceso de edición y a la promoción de vuestros libros?
INTERFOLIO. Es cierto que a nosotros no nos alcanza el presupuesto para promoción, podemos hacer lo que nosotros llamamos de broma M.D.P. (marketing de pobres) en redes sociales. Es la única promoción a la que podemos acceder, y llegar directamente a los lectores, cosa que grandes grupos no pueden hacer. No tenemos dinero para otro tipo de promoción, me refiero a los folletos que ves en la FNAC cuando entras o las pantallitas recomendando libros en la Casa del Libro, etc. Eso vale cientos de euros y las editoriales pagan, las que pueden, miles de euros por estos espacios y estas publicidades. Interfolio no puede hacer eso porque no tiene realmente un presupuesto para estas publicidades.

Aparte de esas promociones que acabo de decir en grandes librerías y grandes almacenes, que se pagan, también existen reseñas cuyo aspecto no es promocional pero que se pagan; por ejemplo: te puedo decir y demostrar que ABC te manda un email poniendo sus redactores a tu servicio por un módico precio para hacer reseñas positivas de tus libros. Recuerdo una vez, en redes sociales, que un lector se quejaba de un libro que había sido recomendado precisamente en ABC y esta persona despotricaba porque el libro era una mediocridad, un libro impresentable. Esa es la razón por la que uno lee una reseña positiva de un libro en un medio de comunicación, compra el libro por la reseña y resulta que esa reseña positiva ha sido pagada por la editorial. Hay que decir que son muy necesarias páginas como la vuestra, “Un libro al día”, porque es garantía de reseñas imparciales; es decir, vosotros no estáis respondiendo a un favor, no estáis respondiendo a una tarifa, y no estáis respondiendo a editores que os están regalando los libros, que os están formando una biblioteca gratis y lógicamente siempre se va a reseñar en positivo. Yo creo que la gente después de muchos años empieza a detectar dónde está siendo engañada y cuando una reseña es de verdad.

ULAD:  Además de Interfolio y Desnivel (aunque este es un modelo diferente al vuestro), pocas editoriales especializadas en la materia encontramos en España. ¿Pocos textos, pocos potenciales lectores o la suma de las dos cosas? ¿Sucede algo parecido en Francia?
INTERFOLIO: En Francia hace años, en los 90 concretamente, sucedió que muchas editoriales publicaban libros de viajes y los veteranos del mundo de la edición recuerdan y hacen un chiste sobre la cantidad de libros de viajes que se publicaban. Recuerdo un editor que nos dijo que hubo una época en la que se publicaban libros de viajes tales como el de uno que iba de su habitación al baño y con eso escribió un libro de viajes y se lo publicaba alguien.

Fue la época en la que, creo que fue Plon, hizo aquella colección que se llamaba “Aventure vecue” que después tuvo un reflejo en Grijalbo, creo recordar que ahora Grijalbo es del grupo Planeta como la mayoría de editoriales que ahora forman parte de grupos.

En general los hábitos de lectura en Francia son mejores, pero también es verdad que el mercado de literatura de viajes se saturó en los años 90 y ahora es más racional. No hay muchos textos buenos.
ULAD: ¿Qué ha de tener un buen libro de viajes para atraer al lector (y al editor, como primer lector)?
INTERFOLIO: Pues es muy sencillo y simple, tiene que contener literatura, tiene que estar bien escrito, tiene que contener más literatura de la necesaria para contar un viaje; eso para empezar. Como decía Gabriel García Márquez, “lo difícil de escribir es saber qué escribir”. Alguien que hace un viaje sabe qué es lo que tiene que escribir, es decir, lo difícil ya lo tiene hecho pero tiene que tener algo más que decir aparte de contar el viaje y además todo en clave literaria. Y eso no es fácil. “Los viajes de Júpiter” en este sentido es un libro redondo, cuenta el viaje y además cuenta muchas cosas más que el viaje. O el caso de “Sur” de Shackleton, cuando ellos llegan a la isla de los noruegos y tienen que atravesarla entera, se expresan a través de sus creencias religiosas, hablan de su capacidad de superación, de la lucha contra los elementos; ahí hay un sentimiento universal con el que todo el mundo se identificaría, sentimentalmente hablando, en una situación dramática y eso es lo que conecta con el lector.
ULAD: De todos los clásicos de la exploración polar (Amundsen, Nansen, Scott, Shackleton, Peary…), ¿cuál (y por qué) es vuestro favorito en lo literario y en lo sentimental?
INTERFOLIO: Está muy repartida esta respuesta. Para mí es Freuchen. Freuchen, además de ser un explorador de las tierras polares es un explorador del alma humana, de su alma, explorador de sí mismo y también explorador de las almas humanas que iba encontrando. De hecho, él se casó con una inuit, es una especie de explorador total, no explora los límites de la resistencia física, nunca pensó en la exploración deportiva como a lo mejor se piensa un poco ahora. Cuando Freuchen exploró Groenlandia junto con Rasmussen, montaron una tienda en la que vendían utensilios y herramientas a los inuit para que los balleneros estadounidenses no les engañaran. Se casó con Navarana, el conocimiento que él nos transmite de los inuit es desde dentro, muy personal, y no como el que nos transmitiría un antropólogo, por eso me gusta mucho. 

Pero a mi socia le gusta Nansen, tanto desde el punto de vista literario como emocional, es un explorador completo tanto a nivel humano como a nivel deportivo y nivel científico. Un personaje que va mucho más allá de la simple exploración, su interés por los refugiados, por las otras etnias, su mente filosófica… además escribe muy bien y es curioso porque es el único explorador que murió mayor y en su cama.

ULAD: Vinculado a los clásicos, ¿cómo funciona el tema de los derechos de estos textos? ¿Con quién os tenéis que pelear para conseguirlos?

INTERFOLIO:  Los derechos de los clásicos depende si son de dominio público, en principio no hay problema en cuanto al autor, hay veces que las traducciones también son de dominio público y entonces tampoco hay problema si tienen más de determinados años y cumplen las condiciones de la ley de propiedad intelectual a nivel internacional, la regida por el convenio de Berna. 

Hay algunos países, como Argentina y creo que también Portugal, en los que los derechos de autor son vitalicios, y en esos casos hay que tratarlo directamente con la nación. La norma es que las obras, 70 años después del fallecimiento del autor, son de dominio público salvo en algunos países que pasan a ser de propiedad nacional, hay otros casos, como el caso francés, que también hace excepciones sobre el convenio de Berna por la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Hay autores que murieron durante una de las dos guerras con 25 años que Francia considera que habrían muerto mucho después, con lo cual limitar sus derechos a 70 años después del fallecimiento sería un poco injusto, es el caso de Saint Exupery, sus derechos a efectos del convenio de Berna habrían caducado ya, sin embargo en Francia todavía está sujetos a derechos porque se le dan unos años más a sus herederos.

El tema de derechos es un asunto muy interesante a nivel de derecho internacional y de propiedad intelectual.

ULAD: ¿Hay algún texto con el que os hayáis quedado con las ganas de publicar?


INTERFOLIO:  Hay muchos que nos hemos quedado con ganas de publicar porque no tenemos dinero, las traducciones muy caras. Tenemos una carpeta bastante grande que se llama “publicaciones posibles” en la que se van acumulando y acumulando cosas y al final no puedes ir sacándolas. Si te refieres a libros que nos hubiera gustado publicar y que no hemos publicado porque ya los ha publicado otro u otros sí que hay alguno, pero que lo tengamos en esa carpeta, ninguno. Nos hubiera gustado publicar en la época “L’usage du monde” de Nicolas Bouvier
ULAD: Si tuvierais que elegir un libro de vuestro catálogo, ¿con cuál os quedaríais?

INTERFOLIO: Yo me quedaré con “Los viajes de Júpiter” por varias cosas. Fue el primer libro que publicamos y por su culpa empezó esta aventura de Interfolio, además hemos ganado un amigo que es el propio Ted Simon, hubo feeling desde el principio y ya llevamos muchos años siendo amigos; hoy en día incluso somos casi vecinos, cuando estamos en Francia vivimos en un pueblo al lado del otro y “Los Viajes de Júpiter” es uno de los libros de viajes mejor escritos, yo creo. A mi me gusta decir una cosa de “Los viajes de Júpiter” y es que puedes leer un libro con todas las miserias y todas las virtudes del mundo sin tener que leer a Shakespeare.

ULAD: Por último, vuestro catálogo está disponible únicamente en papel. ¿Tenéis idea de que esté disponible en formato ebook? (que conste que yo también soy de la vieja escuela del papel, aun a costa de tener libros por todas partes)


INTERFOLIO: Pues la verdad sinceramente no lo hemos pensado y es por una razón muy sencilla y muy simple: no tenemos mercado. No hemos tenido demanda en estos 14 años que llevamos con la editorial, nadie nos ha pedido un libro nuestro en digital salvo en dos ocasiones muy concretas; la primera fue un chaval mexicano que tenía una muy buena página web de reseñas de libros de viajes y que nos reseñó unos cuantos, la otra persona fue una mujer que estaba dando la vuelta al mundo. Con dos veces que te lo han pedido pues realmente no te lo planteas. 

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