Javier Ceballos Jiménez: Pepe M. Carrascosa: Víctima del crimen perfecto

Idioma original: Español
Año de publicación: 2021
Valoración: Se deja leer

Pepe M. Carrascosa, autor de Falso plagio y El hijo del fariseo, nos sorprende en esta ocasión con una interesante novela negra en la que nos narra las aventuras de un asesino en serie “jubilado” y la periodista con la que este tratará de dar a conocer sus crímenes.

Antoine, un francés afincado en Cataluña, vive un cambio radical en su vida cuando se enamora de una mujer de la alta sociedad y acaba casándose con ella, sumergiéndose en el mundillo de la clase alta y la jet-set barcelonesa; sin embargo, no es oro todo lo que reluce y pronto se ve frustrado por el trato denigratorio por parte de su suegro, y más tarde, la completa indiferencia con la que se ve tratado por sus hijos.

Con el tiempo, estas heridas acaban enquistadas y provocan una sociopatía en el protagonista, el cual, en su ansia por demostrar que no es un don nadie, encuentra un aliciente en el asesinato: obsesionado con demostrarse a sí mismo y a los demás que puede ser y es un hombre válido (herido en su orgullo porque su suegro deja en herencia los negocios a su nieto y no a su yerno) aprovecha su afición a la novela negra y a las series policíacas para convertirse en el criminal perfecto y entrar en el top ten español de asesinos con más muertes a sus espaldas; convencido de conocer las artimañas apropiadas para no ser nunca descubierto, comienza un sangriento reguero de sangre con absolutos desconocidos (a lo Extraños en un tren). De esta manera, si oculta bien sus pasos, nadie podrá ligarlo con los crímenes. Pero aún sigue habiendo una carencia; escondido en el total anonimato, nadie sabrá de sus hazañas; decide entonces ponerse en contacto con una prometedora periodista a la que narrará (y demostrará) su truculenta historia.

Bien, es una buena historia con un final redondo que nos atrapa hasta el final; uno nunca acaba de creerse que un protagonista tan desalmado salga impune de tanta fatalidad. El desenlace es, sin duda, de lo mejor de la narración, nos limpia del mal sabor de boca del crimen y redime en cierto modo toda la novela, dejándonos con una sonrisa satisfecha.

Me ha gustado el planteamiento; si nos informamos sobre asesinos seriales, violadores, monstruos en forma humana, veremos que en muchos casos han sufrido una infancia terrible, traumática, y que de alguna manera los deforma y mutila su capacidad de empatía y cualquier atisbo de mínima humanidad. Mi premisa es, aquellos que hemos tenido una infancia feliz y completa, ¿estamos exentos de cometer un asesinato a sangre fría? ¿lo único que nos detiene es nuestro raciocinio y nuestra ética desarrollada a tan temprana edad? Podríamos, como Antoine, preparar un asalto a un desconocido, y, sin más, acabar con su vida; ¿viviríamos felices hasta el final de nuestros días o la culpa y el remordimiento nos roería por dentro como un cáncer agresivo hasta hacernos confesar?

A mi juicio, uno de los grandes debes de la novela es que no ahonda en la motivación de los personajes. Por lo que sabemos de la vida de Antoine, entendemos que se decide a matar por su complejo de inferioridad, pero en ningún momento se nos aclara: se fabrica un asesino de la nada. Poco se nos cuenta de los posibles arrepentimientos de Antoine (alguna víctima con la que llega a intimar le hace dudar ligeramente, nada más allá). ¿de dónde ha sacado Antoine, tantos años después, ya jubilado, este ansia por matar?

Lo mismo me sucede con Roser, la periodista; sorprendentemente decide, en cuanto Antoine se confiese, no denunciar: se calla, con la futura promesa de tener un best seller en sus manos. Se nos habla también de la vida de esta, y vemos que no es un camino de rosas, pero, ¿tanto cómo para llegar a encubrir a un asesino en serie? ¿tampoco tiene esta mujer un atisbo de empatía, de tratar de salvar vidas? ¿tanta es su avaricia? 

 En cuanto a la estructura narrativa, es particular la forma en que se desarrolla la novela: prácticamente toda en voz de narrador, con gran escasez de diálogos, contándonos en tercera persona las aventuras y desventuras de Antoine.

Me hubiera gustado que este ritmo variara: por ejemplo, al principio de la novela, donde se nos cuenta la historia de Antoine previa a conocer a Montse, su mujer, si se tratase en presente, como una historia viva, con más diálogos, se podría desarrollar más a los personajes, nos permitiría empatizar (previamente a su carrera criminal) con el protagonista. De la forma en que está escrito, uno nunca deja de ver la historia como algo ajeno.

Es remarcable que, cuando los personajes por fin hablan entre sí, todos demuestran unas maneras muy similares entre sí; tanto alguien de la clase alta como las futuras víctimas de Antoine, en su mayoría procedentes del lumpen (y es que nuestro protagonista es un clasista de mucho cuidado; de hecho es una persona bastante viciosa, egoísta y repugnante, como no podía ser de otra forma).

 También hay algunos hechos que, por falta de desarrollo, parecen inexplicables; por ejemplo, una misteriosa recuperación de un personaje con fibromialgia, o la deriva de un opositor fracasado, muy inmaduro para su hipotética situación actual.

A su favor, es una novela muy actual, repleta (repletísima) de referencias actuales de todo tipo, desde medios de comunicación a situaciones políticas y marcas comerciales. Es, sin duda, una novela hija de su tiempo que refleja muy bien la sociedad actual.

Bastante al principio del libro hay una extensa relación de escritores de novela negra que todos los aficionados al género disfrutarán.

Y, lo mejor para mí, la imaginación y el detalle en el desarrollo de los asesinatos; bien es cierto que, en ocasiones, la atención al detalle es excesiva en según que temas (siempre según mi juicio), también se agradece la verosimilitud que este desgranar de los hechos aporta a los crímenes cometidos. Originales y creíbles, que es lo importante.

Sí que es verdad que, en ocasiones, la novela parece ir por caminos nuevos y prometedores (como en el asesinato del metro, donde aparece una segunda víctima) pero que lamentablemente no se siguen, dejándonos con la miel en los labios; afortunadamente, esto se corrige al final de la novela, donde se produce un final redondo.

En resumen, es una interesante novela negra que gustará a los fans del género, pero que tiene sus asperezas a limar.

Esperamos con ganas la próxima entrega de Pepe M. Carrascosa, preguntándonos que se traerá entre manos para la siguiente ocasión.

Ver Fuente

Javier Ceballos Jiménez: Luis Gusmán: El frasquito

Idioma original: Español 

Año de publicación: 1973
Valoración: Curioso (aunque no para todo el mundo)
Ubiquémonos: El frasquito, debut de Luis Gusmán, es una novela corta sumamente rara, densa, turbia, violenta y pornográfica. Es más legible que otros artefactos literarios similares, pero aun así resulta exigente e incómoda, y casi que recomendaría que se contextualizara siempre con un prólogo. Presenta un argumento tenue, una estructura fragmentaria, una prosa deliberadamente opaca y temas a cual más escabroso. Produce, según se tercie, una sensación de perplejidad, fascinación, extrañeza y asco.
Trata (si es que puede decirse que trate sobre algo) de la rivalidad entre un padre y su hijo, del deseo de ese mismo hijo por poseer a su madre y de las dinámicas de una familia tan pobre como desestructurada. 
Aunque puede parecer que su objetivo sea escandalizar, y algo de eso hay, emplea la provocación como medio, y no como fin. Así pues, cuando habla de la forma más explícita, directa e irreverente posible acerca de familias desestructuradas, sexo sórdido, prostitución, violaciones, abortos, drogas, brutalidad policial religión o espiritismo, se adivina una intención reflexiva detrás de la mera voluntad de epatar. 
Adjunto a continuación un par de ejemplos que demuestran que, en El frasquito, lo obsceno, morboso e inmoral sirve a propósitos elevados. El primer fragmento, sacado de las páginas 66 y 67, reflexiona en torno a la pobreza: «No me suelto de la mano de la abuela porque si me suelto me dijo que me iba a dejar empeñado como dejó la cadenita de oro, el traje de comunión, el anillo del abuelo y se fueron a remate y no los pudo rescatar nunca. / La madrecita dice que ya no sabe qué empeñar, que hasta el culo tiene empeñado, que cualquier día de estos se va a tener que empeñar ella.»
El segundo, de la página 97, también: «Milanesa, pedazo tras pedazo el paraguayo va comiéndosela, cojiéndosela a la madrecita noche tras noche, besandoselá pedazo tras pedazo, ella gime de placer, él come con placer las doradas milanesas, mientras nosotros famélicos esperamos que nos tire algún pedazo. Él sólo abre la boca y mastica, el resto lo hace la madrecita que corta la milanesa en pequeños bocados a los que recubre con puré y los lleva a la boca abierta del paraguayo. Nosotros miramos.»
  
Además de una intención reflexiva, a El frasquito lo dignifican también ciertos hallazgos formales: la furia que traspira el lenguaje empleado, el ritmo frenético que imprime la narración, la intuición de sus recursos expresivos o la plasticidad de los pasajes de corte onírico. 
Dejad que transcriba un párrafo torrencial de las páginas 87 y 88, que da buena cuenta de la voz, tono y registros que caracterizan a El frasquito: «Casi nunca hablamos, madrecita, un beso, un saludo, un regalo para el cumpleaños. Te miro, tenés un callito en el mismo dedo que yo, y los mismos huesitos puntiagudos donde terminan las clavículas (…). Será verdad que en la cama sos extraordinaria como dice papá, me acuerdo cuando dormía en la pieza de al lado de ustedes y cada vez que él venía se encerraban y yo oía gemir y gritar, pero nosotros teníamos prohibido entrar a molestar, o cuando tenía quince años, que fui a dormir a tu cama porque tenía miedo de los espíritus y te desnudaste delante mío y te quedaste con todas las tetas al aire, yo te miraba de reojo por el espejo y me puse todo colorado, porque se me paraba. Quizá por eso, ese silencio hostil, esa barrera de piel que nos separa, habría que llevar esto hasta las últimas-primeras consecuencias, acostarme a tu lado, apoyar mi cabeza sobre tu barriga que una vez llené con mi cuerpecito, volver a mamar de tus tetitas (…). Antes de ser mujer se es madre, pero habría que invertir los órdenes, (…) antes de ser madre se es mujer, mujer tirada en el patio tomando el sol, mujer con olor a bronceador, piel dorada, tus cabellos negros descienden por tu espalda de oro, (…) te tiro de los pelitos y casi se me ve la mano por allí por donde nací, (…) meter la cabeza ahí, todo el cuerpo ahí, zambullirme adentro como si fuera una pileta de natación (…).»
En el lado menos positivo, destacaría que el contenido de esta novela oscurece en ocasiones al resto de apartados. Asimismo, tengo la impresión de que unas cuantas de las obsesiones del autor aquí presentes, aunque interesantes en sí mismas, apenas se esbozan (los sueños, los mellizos…).
 
Si bien se le puede aplicar una lectura freudiana y marxista a El frasquito, como sugirió Piglia en uno de los muchos prólogos que han acompañado a la novela, ésta incita otras interpretaciones: estéticas, autobiográficas, etc…     
Resulta curioso, por cierto, que Gusmán, quien ha reescrito varias de sus novelas, haya decidido no modificar El frasquito. Seguramente podría pulirla muchísimo más, pero quizá tema arrebatarle su esencia imperfecta, espontánea y alucinada. 
En fin: entiendo que El frasquito se considere una obra de culto, dados los debates que ha inspirado desde su publicación y las reacciones que ha suscitado en el público. A título personal, agradezco sus múltiples hallazgos y jamás osaría reprocharle ni sus temas ni la crudeza con que los aborda. Pese a todo, y aunque creo que su valor trasciende lo meramente experimental, vanguardista e histórico, tampoco me parece una novela intrínsecamente extraordinaria. 
Para terminar esta reseña, destacaré que yo he leído El frasquito en la edición conmemorativa de Contrabando. Valoro especialmente el prólogo en ella ofrecido, porque ayuda a contextualizar la obra sin condicionar excesivamente su lectura; también da información relevante que de otro modo igual pasaría desapercibida acerca de los paralelos entre esta ficción y la vida del propio Gusmán, o sus influencias, genealogía e impacto.
También de Luis Gusmán en ULAD: Tennessee

Ver Fuente

Javier Ceballos Jiménez: Emmanuel Carrère: V13. Crónica judicial

Idioma original: Francés
Título original: V13. Cronique judiciaire
Traducción: Jaime Zulaika
Año de publicación: 2022
Valoración: Está muy bien

Quien ya conozca la obra de Emmanuel Carrére seguro que sabe de sus diversas exploraciones en la violencia, el dolor o la muerte. Buena muestra de lo anterior lo constituyen el magnífico El adversario o, el no menos estupendo, De vidas ajenas.

Pues bien, este V13 vendría a ahondar en la línea de los anteriores a través de la crónica de los nueve meses del juicio por los atentados del 13 de noviembre de 2015 en la sala Bataclán, en diversas terrazas del distrito X de París y en el Stade de France.

Originalmente concebidos y publicados como artículos periodísticos de periodicidad semanal y ampliados convenientemente para su publicación en formato libro, los textos de V13 tienen, en palabras del propio autor, un doble objetivo: leer el libro (la vida?) de los yihadistas desde el principio y construir un relato colectivo. Para lograrlo, Carrère ordena los textos cronológicamente y entrelaza en ellos dos componentes: las certezas y las dudas. 

En la primera están los grandes rasgos de los hechos, la atrocidad y brutalidad de los atentados, el sufrimiento de las víctimas y sus familiares. Mención especial merece la parte dedicada al testimonio de los supervivientes y/o familiares de las víctimas, historias terroríficas sobre vidas destrozadas narradas por Carrère con gran sensibilidad y que dejan al lector muy pero que muy tocado.

En la parte de las dudas estarían algunos comportamientos demasiado erráticos (aunque quizá el problema sea buscar la racionalidad donde no la hay), las personalidades de algunos de los protagonistas, las reacciones ante la tragedia, que van desde la esperanza hasta el odio, pasando por la culpa, etc.

Uno de los principales méritos de Carrère radica en ofrecernos esa visión «global», en ese no quedarse en uno solo de los aspectos de la tragedia, pero sin perder de vista que «comprender no significa disculpar».  Esto permite encontrarnos con un completo y complejo catálogo de sentimientos y personajes, que van de lo cruel y lo trágico a lo patético, de lo dostoyevskiano a lo balzaquiano.

Lo hace, además, dando al conjunto un ritmo vertiginoso (algo que me parece sumamente complicado tratándose de una recopilación de artículos) y flirteando con diversos géneros, tanto es así que V13 podría ser leído, además de como crónica, como «thriller», ensayo histórico, novela de acción o novela judicial. 

En resumen, un texto impactante, en especial en su primera mitad, pero sumamente recomendable para acercarnos a unos hechos y unos seres fieramente humanos, aunque nos pese.

Un montón de libros de Emmanuel Carrère reseñados AQUÍ

Ver Fuente

Javier Ceballos Jiménez: Rabindranath Tagore: La casa y el mundo

Idioma original: bengalí
Título original:ঘরে বাইরে  Ghôre Baire 
Traducción: ¿Emilio Gascó? Autor  del prólogo, el traductor no aparece acreditado.
Año de publicación: 1916
Valoración: Imprescindible
Debo admitir mis reticencias previas: por lo que yo sabía, Tagore fue un excelente poeta que, a día de hoy, en el contexto actual, quizá haya quedado demasiado espiritual y recargado para los gustos occidentales, algo así como muy “happy flower”: Desea lo que quieres y el universo conspirará para conseguirlo (¿era así?). Ese tipo de chorradas tan de moda que parecen una mezcolanza de espiritualidad oriental y chuches de colores. Mr. Wonderful y todo eso.
O al menos esos eran mis prejuicios (ya les adelanto que han cambiado completamente) antes de haber leído en serio nada de él, solo ojeado algunos aforismos y poesías; este, por cierto, y perdónenme el inciso, es un debate que ya he mantenido numerosas veces, el de la poesía traducida: cierto es que la traducción es la única manera que tenemos de comprender obras escritas en lenguas que no entendemos, pero no es menos cierto que al cambiar el lenguaje se pierde el ritmo, la métrica, la cadencia. Instrumentos imprescindibles, al menos para mí,, donde la literatura y la música se hermanan. Y otro hecho también verídico es que los primeros contactos que tuvimos en el mundo hispano con la obra de Tagore fueron traducciones de segunda mano: del bengalí al inglés, y de este al español. No hace falta que recordemos el juego del teléfono escacharrado. Y ojo, todo esto con el mayor respeto, agradecimiento y admiración a Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez; pero no es lo mismo. 
Así que mi confrontamiento con esta obra no prometía mucho: me esperaba una historia trasnochada y con moraleja adoctrinante pero con un estilo recargado, una ornamentación muy trabajada y buenas metáforas. O algo así, más o menos. ¿Qué me encuentro? Pues que acerté de pleno en el estilo (bellísimas metáforas, gran plasticidad y ductilidad en el uso del lenguaje y la oratoria en todos sus personajes, sin lugar a dudas de haber existido serían todos ellos poetas recordados), pero mis predicciones fracasaron rotundamente en cuanto al argumento: es esta una obra extraordinaria. Qué gran novelista tuvo que ser Tagore, qué novela tan buena es esta y qué agradable sorpresa me llevaba a medida que la iba leyendo. Qué ganas de leer otra obra suya.
Ambientada en la India a comienzos del siglo XX, es una novela río y bastante breve: a través de tres personajes, que formarán un triángulo celoso, más que amoroso, se nos narra la totalidad de la historia. Bimala es la mujer de Nikhil, un acomodado maharajá, y Sandip Bapu es un revolucionario político amigo del matrimonio.
La cosa es que Nikhil es un buen hombre, un gran hombre, visto incluso en su posición económica y a día de hoy. En muchas malas novelas aparecen protagonistas santos, inmaculados, guiados por una absoluta bonhomía que se enfrentan a los prejuicios de su tiempo: claro, es fácil proyectar nuestra moralidad en personajes del pasado. Lo que es difícil es crear un personaje cuya moralidad, más de 100 años después, siga siendo admirable; Tagore debió de ser una persona extraordinaria para tener esa clarividencia moral.
Y es que uno de los puntos fuertes, el que a mí más me ha gustado y me ha convencido de la grandeza de la obra, es la gran inteligencia emocional de la que hacen gala los tres personajes protagonistas, tanto para lo correcto como para lo discutible. Son humanos, en distintos momentos defienden distintas posturas, los hechos acaecidos en su entorno les afectan e influyen en su comportamiento. Tagore maneja magistralmente tres personalidades diferentes, su evolución e involución (según el momento) y nos regala una obra mayúscula en la que, en un espacio muy breve – es una novela realmente corta – nos da a todos una lección de psicología conductual.
En cuanto al argumento, un breve esbozo: En una India muy influenciada por la Inglaterra de entonces, Nikhil es un hombre de mentalidad moderna, europeizado, y proporciona a su mujer Bimala (la verdadera protagonista de la obra) una educación formal y muy avanzada para su tiempo. Sandip Bapu y su movimiento ultranacionalista entran en escena, y el matrimonio, cada uno a su manera, simpatiza con él. El telón de fondo político, así como otros personajes secundarios (la malévola e incisiva cuñada, el inocente a la vez que valeroso Amulya Babu, y el maestro de Nikhil, donde veo claramente una parodia del típico yogui que yo creía que Tagore fue) ayudan a redondear la trama.
¿Resumen? Muy fácil: imprescindible.
Otras obras de Rabindranath Tagore reseñadas en la ULAD aquí.

Ver Fuente

Javier Ceballos Jiménez: Hwang Sok-yong. Al atardecer

Idioma original: coreano

Título original: Haejil Muryeop

Año de publicación: 2015

Traducción: Laura Hernández Ramos y Lee Eun Kim

Valoración: muy recomendable

Al margen de lo que una sinopsis pueda aclarar sobre esta novela e incluso de lo que puedan expresar cuantas reseñas se publiquen, o su condición de premiada en certámenes literarios internacionales, siempre es gratificante incursionar en otras culturas y no limitarse al hallazgo sin más de los detalles obvios (costumbres, tradiciones), sino más bien dar un paso más y llegar a conocer (obviamente no en profundidad, esto es narrativa) ciertos aspectos propios de las sociedades que nos son ajenas. Bien, en esta novela Hwang Sok-yong combina estas cuestiones de forma que tenemos una trama que parte de una circunstancia algo murakamiana (no os asustéis) partiendo de una nota que es entregada a Minwoo Park, protagonista, cuando éste da una conferencia, y que pasa a desarrollarse con continuos flash-back que permiten no solamente situarnos en la evolución dispar de la vida de los personajes. Park dirige un importante estudio de arquitectura y puede considerarse un emblema de la Corea del Sur actual, uno de los tigres asiáticos que se convirtió en una poderosa economía capaz de exportar ya no solo producto sino servicio, conocimiento, incluso referencias culturales dispares pero de fuerte impacto. En ese sentido, el autor usa dos referentes clásicos literarios en la narración: éxito y fracaso. Los sitúa en un punto de partida común y describe su tránsito hacia esa futura confluencia. Ni siquiera se ampara en el recurso del azar. Quien entrega la nota a Park es Woohee Jeong, directora de teatro que vive en el multi-empleo y la precariedad. O una muestra perfecta de que incluso las naciones de meteórico desarrollo tienen sus cuentas pendientes, en este caso con ciertas manifestaciones artísticas que no están en lo alto de la cúspide comercial.

Por eso esta es una novela brillante. Por cómo cala el mensaje de que las sociedades establecidas en el paradigma de la competitividad y el desenfreno tienen también sus víctimas y sus puntos de desequilibrio. Que no todo son los iconos tecnológicos, la perfección aséptica de los ídolos del K-Pop y la crueldad casi caricaturizada de El juego del calamar, por aportar los ejemplos más obvios. Que ese trasvase de la humildad a la ostentación ha dejado también profundas heridas.

Y aunque ese sea el poderoso trasfondo de la novela, igualmente nos encontramos con barrios peligrosos en grandes urbes, con comercios precarios que son el sustento de familias humildes (y la única opción para que las generaciones posteriores opten a la educación en una de las economías más competitivas del planeta), con problemas para llegar a fin de mes en convivencia con una minoría que se enriquece rápida e indecentemente, con entornos de corrupción como acompañantes casi obligatorios de esos escandalosos crecimientos…aunque Al atardecer pueda parecernos en su trama y en su extensión ciento sesenta páginas una novela modesta, resulta dar mucho más de lo que parece ofrecer.

Ver Fuente

Javier Ceballos Jiménez: Antonis Samarakis: El fallo

Idioma original: Griego
Título original: Το λάθος
Año de publicación: 1965
Traducción: Margarita Ramírez-Montesinos / Rufino Cuesta Moreno
Valoración: Entre recomendable y está bien
En un país imaginario cuyo nombre no llegamos a saber, un hombre es detenido por la Brigada Especial, una especie de policía secreta. La razón: mientras toma un café, un activista contrario al Régimen le ha pisado el pie, lo cual ha desencadenado un breve intercambio de palabras entre ambos.
Este es el inicio de El fallo. A partir de aquí, la novela del griego Antonis Samarakis juega constantemente con las expectativas del lector (e incluso de sus propios personajes): ¿es el detenido verdaderamente culpable o un mero «ciudadano pacífico»? ¿Tuvo su conversación algún simplificado oculto? ¿Qué quiso expresar cuando dibujó dos círculos en una servilleta? 
El fallo se encasilla en el suspense, pues Samarakis desvela la información poco a poco: ahora entrega un giro de tuerca que cambia el contexto de las cosas, luego desordena cronológicamente los eventos para añadir datos importantes, a continuación juega con la primera y tercera persona para hacer que el narrador de turno dé más o menos explicaciones, seguidamente inicia un capítulo con un párrafo que nos pone en alerta para sólo al cabo de un rato tranquilizarnos. Es gracias al control del autor que hasta terminar la historia no sabemos todos los detalles de la misma, y mucho menos las implicaciones de dichos detalles.
También podríamos englobar a El fallo dentro de la literatura con crítica política. Y es que Samarakis denuncia a los gobiernos totalitarios y represivos. Para muestra, un botón: asegura que para gobiernos así «Solo hay dos tipos de personas: las que están con el Régimen y las que no están con el Régimen. Para ser un enemigo del Régimen no es necesario haber actuado contra el Régimen. ¡Basta con no estar con el Régimen, con no haber dado pruebas manifiestas de adhesión al Régimen!» (página 54) Más adelante sigue desarrollando esta idea: «Si no tienes pruebas de haber participado de modo activo en pro del Régimen, el simple hecho de ser un ciudadano pacífico no solo carece de relevancia, sino que es incluso un argumento que se vuelve en tu contra.» (página 60)
Los funcionarios del Estado que siguen órdenes ciegamente en esa clase de regímenes tampoco se libran de los comentarios de Samarakis, quien afirma que «el primer requisito de un agente del Servicio Especial, es que ponga todo su afán, todo su celo, en conocer cuanto ocurre fuera del Servicio, del mismo modo que jamás debe sentir la más mínima curiosidad por lo que ocurre dentro.» (página 45) Otro apunte acertadísimo ligado con el anterior: «para el Servicio Especial y cuantos están a sus órdenes, solo tiene validez una filosofía muy peculiar, según la cual los hombres no se dividen en buenos y malos, honrados y no honrados, ni en tantas otras clasificaciones inútiles (…). Para un inspector del Servicio Especial (…) o se está con el Régimen o no se está con el Régimen. (…) El secreto, la llave del éxito y de la paz interior, no solo para el Régimen, sino para el individuo, consiste en simplificar cosas.» (página 61)
Por cierto, el estilo empleado por Samarakis en El fallo recuerda sobremanera al de Kurt Vonnegut: personajes con alguna pequeña excentricidad, diálogos cargados de ingenio, prosa sencilla y ágil, información desordenada y uso de modismos (felicidades a los traductores, por introducirlos sin que la obra pierda la identidad original).
De El fallo valoro especialmente que sea una crítica política alejada de fórmulas todavía efectivas pero ya muy gastadas. En vez de mostrar la brutalidad del Régimen mediante un interrogatorio convencional (eufemismo de sesión de tortura), Samarakis opta por una situación mucho más rocambolesca; en vez de mostrar la alineación de los agentes a través de villanos unidimensionales, traza a un par de antagonistas tirando a anodinos.  
Le encuentro otras virtudes a El fallo. Por ejemplo, que sus personajes, aún rozando la caricatura, nunca se sientan como tal. O que su mensaje político, pese a bordear peligrosamente lo panfletario, logre trascender el maniqueísmo barato para focalizarse en el humanismo innegociable. O que aborde la tragedia casi siempre desde el prisma del absurdo y el humor, y la exprese a través de una prosa desenfadada y ligera. Todo esto resta solemnidad (que no seriedad) al conjunto.   
Por otro lado, admito que El fallo se me ha hecho un pelín larga. Aun así, no puedo decir que le sobren páginas. Y es que su acción pausada, sus diálogos cotidianos, ciertas repeticiones o relatar la misma escena desde diversas perspectivas son requisitos indispensables para que Samarakis provoque el efecto deseado. 
Resumiendo: El fallo es una novela reivindicable, pues entrega un mensaje humanista, hace alarde de una sensibilidad muy interesante y toma caminos poco trillados. Quizá pueda hacerse algo larga e incluso hay quien pensará que durante varios pasajes no cuenta nada, pero si uno se deja llevar por la propuesta de Samarakis, se sentirá conmovido por sus reflexiones, su manera de transmitirlas y su final.

Ver Fuente

Javier Ceballos Jiménez: Bryan Talbot: Bilogía() de Luther Arkwright

(*) Nota previa: No me gusta nada lo de «bilogía» o «dilogía», pero, al parecer, según la RAE (echad la culpa a quien ya sabéis), son los términos adecuados para referirse a una obra literaria compuesta por dos volúmenes.

Dentro de la hornada de historietistas británicos, tanto dibujantes como guionistas, que despuntaron en los años 70 y 80, y que han destacado sobremanera desde entonces, lo mismo en el cómic mainstream de superhéroes, etc. como en propuestas más personales y arriesgada emparentadas con la narrativa fantástica y la New Wave de la Ciencia-Ficción, (Alan Moore, Neil Gaiman, Michael Moorcock) encontramos, en un lugar prominente -y ducho, además en ambas facetas, guión y dibujo- a Bryan Talbot y, en particular, aunque no sólo, estas dos obras suyas protagonizadas por su emblemático personaje Luther Arkwright. El primero de estos cómics, publicados por episodios en distintas revistas entre 1978 y 1989 fue el más importante cómic británico del último tercio del siglo XX y tuvo además gran influencia en el devenir posterior de la historieta  no ya británica, sino, debido a la importancia creciente de los creadores de esa procedencia, también en la norteamericana y por ende , mundial.  Ojo cuidao, que esto no lo digo yo, sino personas más autorizadas, creo, como el guionista Warren Ellis o el mismísimo Alan Moore.

Pese a contar con algunos personajes comunes, empezando, claro está por el propio Arkwright u estar ambientados ambos, en su mayor parte, en una Gran Bretaña distópica, que mezcla elementos contemporáneos y aun futuristas con otros victorianos e isabelinos, los libros difieren en varios aspectos, pero, sobre todo, en el técnico: el primero, en blanco y negro -evidentemente, por economía presupuestaria, pero que también corresponde al desarrollo del argumento- denota un estilo menos naturalista y una técnica que imita los grabados victorianos  -lo que dificulta un tanto su visualización, aunque le dota de «autenticidad»-; en la segunda parte el dibujo está mejor conseguido y las viñetas muestran una explosión de color. La planificación de la página y el desarrollo narrativo, no obstante, son igual de ambiciosos en ambos casos , aunque en El corazón del Imperio Talbot mejoró en lo que respecta a claridad expositiva… Pero , en fin, veamos con más detalle cada uno de los libros:

Idioma original: inglés

Título original: The Adventures of Luther Arkwright

Año de publicación: 1978-1989

Traducción: Carlos Díaz Maroto (edición de 2003; Oscar Palmer y Luis Alboreca (edic. de 2016)

Valoración: recomendable 

Veamos si soy capaz de resumir el locurón narrativo que supone este cómic: Luther Arkwright es una especie de agente 007 con poderes psiónicos que se mueve de un paralelo a otro del multiverso (sí amigos y puede que alguna que otra amiga: éste no es un concepto que haya inventado la editorial y productora MARVEl… registrado, tal vez), tratando de neutralizar la acción de los elementos disruptores que llevan la entropía y el caos a los diferentes «continuums», a causa, sobre todo, del influjo de un misterioso artefacto, el Ópalo de Hielo Ardiente (bueno, ¿qué tal va? ¿Sencillito, no?). Arkwright actúa bajo las directrices del programa Ragnarok, creado por la Inteligencia Artificial W.O.T.A.N., situada en Valhalla Nova, en el paralelo 00.00.00, el más estable de todos. 

Aunque no todo es deber y trabajo, claro… a Luther no le faltan oportunidades para el esparcimiento erótico, tanto con su compañera, la agente Rose Wylde, como con la guerrera rusa Octobriana -este personaje, al parecer, procede de una «leyenda comiquera» de la época soviética-, así como con la princesa Anne, a la que Luther deja un par de bollos en el h… quiero decir que está encinta de gemelos. Precisamente en el paralelo 00.72.87, que es en el que vive esta princesa, se desarrolla la mayor parte de la acción. Allí Inglaterra vive bajo el régimen de una estricta República Puritana, desde los tiempos de Oliver Cromwell, ocupando siempre sus descendientes el papel de Lord Protector. Los disidentes y revolucionarios, en cambio, se agrupan bajo la bandera monárquica para combatir a los puritanos con la ayuda, en teoría, del zar de Rusia y el Kaiser prusiano -que, en realidad, pretenden hacerse con Inglaterra-; todo este batiburrillo histórico se desarrolla, como no podía ser menos, en medio de una ambientación que mezcla elementos retrofuturistas, armas de la I Guerra Mundial, la época de la Guerra Civil inglesa y la Restauración, la Victoriana y aún de los sixties del siglo XX.

No voy a seguir porque yo mismo me hago la p… ficha un lío (quiero decir que ni entiendo todo lo que tenía apuntado); Sin embargo, quien se proponga la lectura de este cómic, que no se asuste, pues todo resulta más fácil según van pasando las viñetas. En cuanto al estilo gráfico, además del remedo de los grabados que he mencionado antes, hay que admitir que las figuras resultan al principio un tanto envaradas y de trazo inexperto -recordemos que la historia se fue publicando por entregas a lo largo de más de diez años-, algo «fanzinero», por decirlo así, amén de que el acentuado contraste de los claroscuros, sin grises y con pocas tramas de transición, dificulta a veces su escrutinio. No obstante, se aprecia una importante evolución (a mejor, se entiende) hasta las últimas páginas del cómic.



Idioma original: inglés 
Título original: Heart of Empire. The Legacy of Luther Arkwright


Año de publicación: 1999

Traducción: Raúl Sastre

Valoración: más que recomendable
Diez años más tarde se publicó una segunda parte de Las aventuras… titulada El corazón del Imperio (con el explícito subtítulo en inglés El legado de Luther Arkwright). La acción se desarrolla nuevamente en el paralelo 00.72.87, veintitrés años después de la Gloriosa Revolución y la Pax Britannica subsiguiente. En el Imperio gobierna desde entonces, de forma despótica, la reina ana, convertida en una terrible vampiresa, con un aire entre Isabel I y  Lady Dimitrescu (bueno, en este caso sería al revés), mientras que en el país pululan tanto místicos y visionarios, como opositores demócratas, conspiradores neopuritanos y agentes extranjeros, como el cardenal Barberini, asesino a las órdenes del Vaticano. La princesa Victoria, la hija superviviente de los gemelos que Ana tuvo con Luther Arkwright se siente cada vez más inquieta tanto por la situación del país como porque siente que una amenaza indeterminada pone en peligro a todos. Su padre, el héroe de la nación, desapareció hace mucho tiempo…

Esta Gran Bretaña distópica sigue siendo un maremágnum de elementos steampunk, isabelinos, victorianos, etc., pero ahora aderezados con una sobredosis -se entiende que con ánimo satírico- de símbología nacional-imperialista, con la estética resultante que cabe suponer: hay Union Jacks por todas partes, barroquismo, oropel a manta y exaltación monárquica (que no dejen de leerlo todo el que tenga mono del British Style tras los fastos funerarios y coronarios de los últimos tiempos). Ayuda a este despliegue, claro está, que este volumen sea a todo color, lejos del tenebrismo del primer libro de la bilo… dilo… lo siento, no puedo: del primero libro de los dos. Por lo demás y aunque también aparece el dichoso multiverso, además de que encontramos también viejos personajes secundarios, como Fairfax o el periodista americano Hyram Kowalsky, la historia es aquí más fácil de seguir, más «disfrutona», si se me permite el vocablo. Igual que en la primera parte o incluso de forma más explícita, las escenas de sexo tienen su presencia e importancia en la trama… Quizás esto se deba a que , en lo que se refiere al dibujo, la pericia de Talbot mejoró considerablemente entre el primer volumen de Luther Arkwright y éste. Así, entre el uso del color y el magnífico dominio del trazo, este segundo es una delicia para la vista.

En fin, para terminar, señalar que no es necesario leer la primea parte para entender esta segunda y viceversa, pero sí conviene hacerlo con las dos, porque, pese a su disparidad de estilo y la dificultad, en algún momento de seguir lña trama, ambas se enriquecen con la lectura de la otra y es la mejor forma de aumentar el disfrute lector. Que es de lo que se trata.


Otros cómics de Bryan Talbor reseñados en Un Libro Al Día: Sally Heathcote, sufragistaLa virgen roja

Ver Fuente

Javier Ceballos Jiménez: Raúl Quinto: Martinete del rey sombra

Idioma original: Español

Año de publicación: 2023
Valoración: Bastante recomendable
¿Qué hacer tras una primera novela como cierto éxito de crítica como La canción de NOF4? Supongo que esa pregunta rondaría por la cabeza de Raúl Quinto y quiero imaginar las dudas del autor sobre si alejarse de ella, repetir fórmula, etc. No debe ser fácil, la verdad.
El caso es que con Martinete del rey sombra consigue, en cierta forma, separarse en cierta forma de NOF4 sin romper con un estilo que hace del almeriense uno de los autores más personales del panorama actual.
Digo «en cierta forma» porque en un primer momento sí que parece que vamos a encontrarnos con un libro muy diferente a NOF4. Una temática que acerca a Quinto al «Mister Witt en el Cantón», un estilo que semeja por momento el «Bomarzo» de Mujica Lainez y unos capítulos iniciales con un comienzo cercano a lo teatral parecen indicar que el autor ha optado por alejarse de su primera obra.
Pero de lo que uno no puede escapar es de sus orígenes. En este caso, Quinto procede del mundo de la poesía y a medida que pasan los capítulos la prosa se hace más poética y lo que parecía que iba a ser una novela se convierte en un híbrido que camina entre la novela histórica, la crónica, la biografía novelada, el ensayo y el poema en prosa. Toma ya!!!
Y diréis… Vale, cachondo, pero ¿de qué va «Martinete del rey sombra»? Pues es la historia la Gran Redada, la detención masiva de gitanos con el fin de «purificar» la sociedad y de usarles como mano de obra esclava en los astilleros españoles en el convulso siglo XVIII. Para ello, el autor se mueve entre la realidad y la ficcionalización de esta, entre el lujo de la corte de Fernando VI y Bárbara de Braganza (con el Marqués de la Ensenada, Farinelli, etc) y la mugre y miseria de los sótanos y mazmorras, entre lo individual de los personajes de la realeza y lo colectivo e informe de los gitanos. Pero, en el fondo «Martinete del rey sombra» es una historia de locura, soledad y muerte y un recordatorio absolutamente vigente de cómo el poder actúa frente a la otredad. Todo ello, ademas, extrayendo belleza del horror a través de palabras que si por algo se caracterizan es por su plasticidad.
En fin, un texto que demuestra el nivel que atesora Raúl Quinto y que seguro que disfrutaréis si sois capaces de abstraernos de ideas preconcebidas sobre géneros y etiquetas. Un muy buen libro.
También de Raúl Quinto en ULAD: La canción de NOF4

Ver Fuente

Javier Ceballos Jiménez: Raymond Chandler: Adiós muñeca

Idioma original: inglés

Título original: Farewell, my lovely
Traducción: José Luís López Muñoz
Año de publicación: 1940
Valoración: Bastante recomendable

Empiezo esta valoración dando a conocer mi postura en un debate muy manido: ¿es lícito juzgar a una persona (artista, dirigente, pensador) que vivió en tiempos pretéritos con los ojos de hoy? Es decir, analizar su comportamiento y sus actuaciones desde el prisma que nos ofrece la ideología moderna más o menos imperante: tolerancia, igualdad, empatía… Pues desde mi punto de vista NO. No es este el lugar para expandirme en esto, pero si algo tengo claro es que una de las máximas que mejor expresan el comportamiento humano es aquella de Ortega de “yo soy yo y mis circunstancias”, refiriéndome en este caso a nuestro contexto: una persona criada y educada en una sociedad racista, homofóbica y machista tendrá, inevitablemente, conductas racistas, homofóbicas y machistas. Esto es lo que sucede en esta novela.

Con esto no quiero calificar el libro como “malo”, sino simplemente reflejar un hecho. Las mujeres que aparecen son todas objetos jerárquicamente organizadas por su físico, los negros (morenos, hombres de color y demás eufemismos utilizados) son todos delincuentes y estúpidos, el indio huele mal, y los hombres son, en su mayoría, muy hombres y muy machotes. Los hombres flojos y/o afeminados son personajes falsos, poco de fiar y despreciables en su conjunto.

Entonces, ¿qué quiero decir con todo esto? A que si uno está dispuesto a dejar pasar esto, se encuentra con una muy buena novela negra. Excelente, incluso. Un libro en el que Chandler demuestra estar en plena forma. Con un ritmo muy cinematográfico, no me extraña que hayan rodado varias películas basadas en esta novela. Algunas muy buenas, según la crítica – yo no las he visto o no las recuerdo -.

Desde mi punto de vista, Raymond Chandler es uno de los más entretenidos escritores de su generación, no solo de novela negra sino en su conjunto; mordaz, conciso pero elocuente, con tramas bien elaboradas y personajes perfectamente dibujados, detalles sutiles e, incluso, pruebas falsas y líneas de investigación erróneas (¡cómo en la vida real!). Y, sobre todo, un personaje como Phil Marlowe, protagonizando su segunda novela.

Un tipo duro de los de antes (no tendría cabida en la sociedad actual), con whisky como gasolina e ironía como forma de vida, muy consciente de sus limitaciones y dueño de un instinto infalible. Humano, aún así; no es un superhéroe con poderes extrasensoriales como tantos otros protagonistas de sagas literarias detectivescas. Sus compañeros/competidores – según la ocasión – de la policía no le van a la zaga en cuanto a sagacidad, son también competentes.

Y cuando resuelve un caso no se dedica a reunir a los sospechosos y recrearse en su triunfo. Simplemente, no tiene miedo a meterse en la boca del lobo, a saltarse unas pocas normas, y tomar estos atajos es como consigue llevarse el gato al agua.

En esta novela en particular nos encontramos con un planteamiento típico de Chandler: Marlowe se ve envuelto en un altercado, paralelamente le ofrecen un par de casos sin aparente complicación, y todo se acaba liando y envolviéndose en una madeja de polis corruptos, engañabobos sin escrúpulos y mujeres fatales.

Una novela muy interesante, fabulosamente escrita, entretenida y divertida a más no poder. Además, tiene una coma en el título -detalle que también han traducido -, no tan común como podría parecer. Qué arriesgado.

Otros títulos reseñados de Raymond Chandler en la ULAD: El sueño eterno

Ver Fuente

Javier Ceballos Jiménez: Emilia Pardo Bazán: La gota de sangre

Idioma original: Español 

Año de publicación: 1911
Valoración: Recomendable (especialmente para interesados) 
La gota de sangre, novela breve de Emilia Pardo Bazán, no es muy memorable, pero cumple en tanto que ficción entretenida e incluso me atrevería a decir que moderadamente original. Yo la veo como una suerte de parodia de la literatura policíaca, aunque escrita desde una bonhomía respetuosa y juguetona carente de ese cinismo irónico que lastra a tantas propuestas similares. 
¿De qué trata? Su protagonista y narrador, el Sr. Selva, descubre un cadáver cerca de su casa y acaba siendo considerado el principal sospechoso del crimen por las autoridades y la sociedad. A cualquier otro, esto le resultaría, cuanto menos, un inconveniente; a nuestro héroe, en cambio, le va que ni pintado, porque su vida era tediosa y ejercer de detective aficionado da color a su existencia. 
En efecto: al Sr. Selva no le interesa resolver el asesinato para exculparse; ni siquiera le mueve un sentido de justicia abstracto; simplemente ve la oportunidad de convertirse en un «diletante de emociones» (página 32) y la abraza. Este rasgo de su personalidad hace que seguir sus pasos sea absorbente y permite que tome una decisión final tan sorprendente como moralmente cuestionable.    
Al argumento de La gota de sangre se le pueden achacar diversos excesos: motivaciones un tanto excéntricas, abuso del azar y las conveniencias forzadas, conclusiones alcanzadas gracias al sexismo o la psicología más rancia… Sin embargo, estos excesos son, por lo general, deliberados: Bazán los remarca constantemente y, de hecho, conforman parte de la mentada crítica bienintencionada de la autora al género negro y sus clichés. 
Varios elementos dotan de atractivo a esta historia. Por ejemplo, su ligereza, que permite que se lea de una sentada. O su prosa, que imprime un ritmo agilísimo a la acción y abunda en descripciones o diálogos cargados de humor. Ah, y no creo que haga falta mencionar de nuevo al fascinante Sr. Selva.
Desgraciadamente, ciertos apartados del conjunto están menos logrados. A saber: no se exprime satisfactoriamente la simpática rivalidad que surge entre el protagonista y el Sr. Cordelero, el policía que desconfía de él y se toma las cosas mucho más en serio. Sumemos a esto que el desenlace se antoja algo precipitado, impidiendo que el clímax alcanzado unos párrafos antes impacte todo lo que debería.
En cualquier caso, La gota de sangre es un clásico que, dentro de lo que cabe, se conserva relativamente fresco. Gustará especialmente a los amantes del misterio y lo detectivesco, pero igualmente deleitará a un público mayoritario; siempre y cuando este público mayoritario entienda, claro, que ni siquiera una mujer adelantada a su tiempo como era Bazán puede escapar de su contexto, por lo que es normal que proclame, en boca de su narrador, ideas machistas o clasistas, que estoy seguro de que ella compartía en parte. 

También de Emilia Pardo Bazán en ULAD: Aquí

Ver Fuente