- «El excesivo proteccionismo legal logrado por el triunfo de los movimientos gays y feministas convencionales impiden el desarrollo, la eclosión, del verdadero potencial de hombres y mujeres.
- «El feminismo tiende a una victimización constante de la mujer y el niño, amenazados por un patriarcado feroz. La inocencia originaria de niño y mujer tienen su fundamento filosófico en Rousseau. Frente a esto, Paglia propone otra visión del ser humano, más consciente de su perversidad, que se apoye en Freud, Darwin, Nietzsche, Sade…»
- «El objetivo feminista de terminar con la violencia de género reeducando o reprogramando a los hombres es una estupidez que ignora los abismos del inconsciente. Son las mujeres quienes tienen que aprender a defenderse por sí mismas. (…)»
- Está a favor de las «metas últimas» del feminismo y la liberación gay. Para mí, esto es innegociable: dichas metas son objetivos legítimos y, sobre todo, deseables. Otra cosa es cómo alcanzarlos, claro…
- Señala a intelectuales dogmáticos y proclives al doble rasero, ideas sobrepolitizadas, gimnasias mentales y trampas retóricas (sobre todo las de la izquierda americana)… Y temas tabú sobre los que, se quiera o no, hay que debatir.
- Es muy atractivo para las masas. No sólo porque la pensadora aborde temas actuales o haga alusiones frecuentes a la cultura pop, sino porque, además, lo hace alejada de la erudición plomiza.
- Su manera de criticar, implacable y sin concesiones, sienta como un soplo de aire fresco en un ambiente asfixiado por la corrección política.
- Ah, y no puedo olvidarme de la idiosincrasia pagana que emplea Paglia. Gracias a ella logra imágenes muy poderosas (en especial, literariamente hablando): la mujer como suma sacerdotisa de un jardín del edén, dueña de un poder atávico y turbador; la esfera social en tanto que circo sexual repleto de guerreros y atletas…
- Tiende a caricaturizar a su oposición (llega a usar tres nombres satíricos a lo largo de Vamps & Tramps, que yo recuerde, para designarla). O a aludirla de forma condescendiente. Y claro, sé que en EEUU hay corrientes de pensamiento verdaderamente risibles, pero enfocarse solamente en feministas neuróticas y victimistas, estudiantes sectarias e infantilizadas, académicos oportunistas o alejados de la realidad, activistas amargados o periodistas adoctrinados, no me parece intelectualmente honesto.
- A veces, Paglia se monta unos hombres de paja que ya le gustaría a los habitantes de Summerisle. Y ni siquiera cuando se centra en figuras más definidas, como Rousseau o Foucault, ataca en serio a sus argumentos.
- En ocasiones usa ejemplos o comparaciones de cuestionable relevancia para reforzar su punto de vista. Esto se puede percibir cuando emplea su idiosincrasia pagana para apoyar sus palabras. Como ya he adelantando, ésta es muy funcional literariamente, pero carece de solidez científica como para avalar ningún argumento.
- Desempolva al obsoleto psicoanálisis freudiano. Un ejemplo perfecto es cuando lo usa para aseverar que «cualquier mujer, gay o hetero, que no pueda responder a los penes o que los encuentre horrendos o risibles es que ha quedado traumatizada por alguna temprana experiencia». ¿Y qué hay de esa vez en la que lo emplea, junto a una interpretación errónea de la novela Lolita, para impulsar su ética sexual sobre los menores de edad?
- Paglia parece, en algunos de sus trabajos, más preocupada en promocionar Sexual Personae que en abordar el tema que tenga entre manos. También la he notado, puntualmente, tan empeñada en causar controversia y ser rupturista que prefiere soltar cualquier frase altisonante a una reflexión más honesta pero menos poderosa.
Entendámonos. La edición de este volumen, a cargo de la editorial Valdemar, es irreprochable: traducción libre de gazapos, pertinentes notas a pie de páginas, índice onomástico, algunas imágenes y un breve pero intenso prólogo redactado por Jesús Palacios. Y, como ya he dejado claro, el libro tampoco es un mal comienzo si uno quiere adentrarse en la mentalidad de Paglia. Pero hay que reconocer que, si no es el caso, se puede volver algo cargante. Su heterogeneidad conlleva una dispersión perjudicial para el discurso de la autora; por un lado, se siente poco profunda y, asimismo, reiterativa; por otro, le sobran páginas que se desvían de los temas interesantes. Porque si algo hay en Vamps & Tramps son páginas. Muchas páginas. Demasiadas.